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SUCEDIÓ HOY – CGIL, hace 100 años nació Luciano Lama

Cien años después de su nacimiento, Luciano Lama sigue encarnando una de las figuras más representativas del sindicato italiano, un sindicato que, bajo su dirección, supo vincular la defensa de los intereses de los trabajadores a los del país en general y supo como salir de la fabrica para luchar por las reformas

SUCEDIÓ HOY – CGIL, hace 100 años nació Luciano Lama

Hace cien años nació en Gambettola, en la ''solatia'' Romagna,' Luciano Lama, el futuro secretario general de la CGIL y uno de los más grandes líderes sindicales. Era hijo del jefe de estación, quien, después de la guerra, fue trasladado a la estación de Bolonia donde se fue a vivir con su familia. Lama estudió en el Liceo y asistió a la Universidad de Florencia donde en 1943 se licenció en Ciencias Sociales discutiendo la tesis con Piero Calamandrei.

Oficial de reserva después del 8 de septiembre alcanzado formaciones partidistas. Debido a su experiencia militar, fue nombrado jefe de estado mayor de una división que liberó Forlì. La CNL lo designó para dirigir la CdL local. Socialista fusionista, se incorporó más tarde al PCI.

Giuseppe Di Vittorio lo llevó con él a Roma con el cargo de subsecretario de la CGIL. Posteriormente fue nombrado secretario general de la federación de químicos y unos años más tarde al cumbre de Fiom, donde permaneció hasta 1962 cuando fue llamado para ocupar el puesto de Luciano Romagnoli en la secretaría, un todavía joven y muy prestigioso directivo de Federbraccianti, que se vio obligado a dimitir debido a una grave enfermedad que en pocos años le llevó a la muerte. .

En 1970, luego del Congreso de 1969 en el que se decidió la incompatibilidad entre cargos sindicales, cargos partidistas y mandatos electivos, Lama reemplazó a Agostino Novella (quien optó por permanecer en el cargo político del PCI) al frente de la CGIL donde permaneció hasta 1986. Se cambió al partido, pero pronto fue elegido Senador y vicepresidente interino del Senado.

Agotada también esta experiencia, aceptó de buen grado y con espíritu de servicio ser elegido alcalde de amelia, la ciudad de Umbría donde tuvo su buen retiro. Gravemente enfermo, renunció, haciendo públicas sus motivaciones. Murió a la edad de 75 años el 31 de mayo de 1996.

Si se quiere abordar el tema del gremio (y de la CGIL, en particular) se hace obligatorio hablar de Luciano Lama, quien ha brindado un gran aporte a liberar a los sindicatos de las angustias de los años cincuenta y sesenta para transformarlos en plantas poderosas y autoritarias. Lama es la persona que representó -gracias a la aportación de los medios y su capacidad de ''romper la pantalla''- esta evolución, que no solo dio una imagen de serenidad y solidez responsable al sindicato, sino que la impuso entre los grandes protagonistas de la vida del país, haciéndola familiar para los italianos, como cualquier otra realidad perteneciente a su vida cotidiana.

A menudo me he preguntado en los últimos meses, mientras escribía un libro electrónico sobre su vida que Adapt publicará en estos días con el título ''Oh Capitán, mi Capitán. El siglo de Luciano Lama'' – si se permite a los difuntos seguir el río de la vida que continúa (donde no es posible bañarse en la misma agua) y ver con el desencanto racional del que está fuera de la refriega y de las miserias cotidianas las verdaderas razones de lo inexplicable con nuestros metros de medida va pasando a nuestro alrededor, hijos de otros tiempos, dejados de atravesar este ''valle de lágrimas''. Aunque he vuelto a encontrar mi fe, no me imagino que los “queridos difuntos” sigan nuestros caminos, subidos a una nube, esperando la resurrección de la carne. 

El ser humano es inmortal por otras razones: por la red de afectos, de relaciones con otras personas; las obras cumplidas en vida, para bien o para mal, se han cruzado con otras historias y con otros destinos y se han difundido en la red, pasando por generaciones. Esto es especialmente cierto para los grandes líderes (no solo políticos y líderes sindicales) en sus campos de especialización. Si esta es la esencia de la inmortalidad del alma, debemos creer que Luciano Lama ve la realidad a través de nuestros ojos, comparta nuestras preocupaciones, ya que nos sorprende presenciar cambios que nunca esperábamos.

¿Cuáles pueden ser los pensamientos de Luciano hoy, cuando los alborotadores dirigidos por la escoria fascista van alasalto a la sede de la CGIL, dejado desatendido porque era sábado? Pero sobre todo cuando el resurgimiento del fascismo hooligan es "instrumentalizado" (aunque con razón) por los actuales líderes de "su" CGIL, para desviar la atención del fenómeno no-vax que está presente de manera masiva incluso dentro de los sindicatos. 

Me imagino que Landini, si tuviera que responder a esta pregunta a quemarropa, empezaría por cuestionar las opiniones de los trabajadores, que un sindicato debe tener en cuenta. Pero Lama inmediatamente se callaba la boca como lo hizo con nosotros cuando descargábamos nuestras responsabilidades sobre los trabajadores y empleados que no seguían nuestras directivas e iniciativas. ''Sé lo que dicen los trabajadores. – respondió Lama – Me interesa saber cómo les respondes''. Luciano nos enseñó a observar la luna y no el dedo que la señala. Debemos ser capaces de comprender que el sufrimiento de estos años no pertenece a una etapa de transición que se está superando: es la expresión de una profundo cambio de valores que constituyen el alma de un pueblo, la cultura de una nación. Si no fuera así, la opinión pública no estaría "mitridada" por la vulgaridad de unos exponentes, por la estupidez de otros, por la gravedad de algunas conductas, por la violencia contra las instituciones, por sentimientos inhumanos que llevan a considerarlos "invasores". '' hostiles son esas pobres personas que prácticamente cruzan a nado el Estrecho de Sicilia, cuyo destino no nos interesa.

En la época de Luciano, los trabajadores portuarios bloquearon los puertos en solidaridad con la Guerra de Vietnam; no tener una cantidad infinita de tampones (quizás gratis) metidos en la nariz -como en Trieste- para escapar de la vacunación. Por eso considero difícil recuperarme, sobre todo en el lapso de tiempo que me queda de vida, la mejor Italia que he tenido la suerte de conocer. La Italia de Lama. 

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