Entre los banqueros, pero también entre los políticos que acudieron ayer al Banco de Italia para escuchar las consideraciones finales del gobernador Ignazio Visco, había una creencia sombría generalizada de que, en un momento de debilidad política en Italia ahora cerca de las elecciones anticipadas, la Unión Europea Comisión está buscando una víctima sacrificial para santificar el régimen de rescate y que, en esta búsqueda absurda del chivo expiatorio, los bancos del Véneto están en primera fila, con el Veneto Banca por delante del Popolare di Vicenza.
En los pasillos de via Nazionale muchos se replanteaban y cuestionaban el ultimátum de la UE a Italia filtrado vía Reuters, según el cual destacados exponentes de la Comisión Europea habrían declarado, sin demasiadas palabras, que "a finales de junio tendremos saber si la recapitalización precautoria es factible” o no. En otras palabras: o dentro del mes de junio los dos bancos del Véneto encuentran otro capital privado, por al menos mil millones de euros, o se marca el camino al bail-in, ritmo de los accionistas y obligacionistas de los dos bancos del Véneto que inexorablemente rapado.
Solo una intervención in extremis del Gobierno puede revertir o mitigar la pesadez de la maniobra: ya sea desafiando a Bruselas con la inyección de dinero público en los bancos del Véneto incluso a costa de someterse a otro procedimiento de infracción o buscando fondos privados. Pero la debilidad del gobierno en vísperas de las elecciones no ayuda.
En las últimas horas han circulado rumores de que tres fondos de capital riesgo anglosajones (Atlas, Warburg Pincus y Centerbridge) y el hedge fund Baupost han reabierto el expediente de los bancos del Véneto y están evaluando si merece la pena invertir capital apostando por su reactivación, pero las esperanzas son escasas. Así como el no plano del fondo Atlante a la recapitalización parece haber cortado de raíz el atisbo de voluntad de intervenir en los bancos del Véneto abiertos por Poste Italiane.
Por eso el espectro del bail-in avanza a pasos agigantados y Hacienda parece por ahora con las pilas bajas para poder realmente exorcizarlo. A lo sumo, podría reducir su impacto, evitando la resolución de al menos uno de los dos bancos. Según muchos observadores, quien tiene más posibilidades de escapar es Banca Popolare di Vicenza, que hoy vuelve a reunirse con su junta directiva, al menos por dos razones: tanto porque está en una posición un poco menos peor que Veneto Banca y porque tiene un liderazgo fuerte representado por un gerente probado como Fabrizio Viola. ¿Pero será suficiente?
Los peligros están a la vuelta de la esquina para todos y la cuenta atrás ha comenzado.
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