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Web, aquí le mostramos cómo liberar su cerebro: tres reglas para ser cosmopolita en línea

¿Usar Internet nos acerca o nos aleja? ¿Qué hacer para ser ciudadanos del mundo? – Ethan Zuckerman, uno de los fundadores de Global Voices, propone tres soluciones en su libro publicado por Egea: la primera es seguir las "cifras puente", la segunda es poder contar con traducciones transparentes y la tercera es programar "casualidad".

Web, aquí le mostramos cómo liberar su cerebro: tres reglas para ser cosmopolita en línea

El inmenso poder de Internet y las nuevas tecnologías nos hizo creer que el creciente número de personas conectadas conduciría inevitablemente a un mundo más pequeño y cosmopolita. Nada más falso. La tendencia humana a formar equipos e interesarnos por lo que nos rodea hace que la mayoría de nuestras interacciones, online y offline, sean con realidades con las que tenemos mucho en común.

“Necesitamos comenzar a vernos a nosotros mismos como ciudadanos del mundo y adoptar un enfoque cosmopolita”, dice Ethan Zuckerman, uno de los fundadores de Global Voices y conferencista en el centro de medios cívicos MediaLab, en el volumen titulado “Rewie. Cosmopolitas digitales en la era de la globalidad” (Egea 2014, 280 páginas, 26 euros).

"Una idea que es todo menos nueva -prosigue Zuckerman-, de ella ya habló el filósofo griego Diógenes que vivió en el siglo IV a. C.", quien se declaraba cosmopolita porque se negaba a "definir su propia identidad a partir de la ciudad". donde nació o donde vivió".

Han pasado 2.500 años desde entonces, pero solo recientemente muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de interactuar con personas de otras partes del mundo. Los avances de las tecnologías de la información no han cambiado demasiado nuestros hábitos y, por tanto, la tecnología acaba por desconectarnos y separarnos.

De hecho, la llegada generalizada de Internet "nos ofrece una gama de nuevas formas de seguir lo que sucede en otras partes del mundo -dice Zuckerman- pero nuestra dieta mediática, desde el periódico en papel hasta las redes sociales en línea, nos ayuda a encontrar lo que queremos, pero no siempre lo que necesitamos”.

¿Existe realmente la necesidad de comprender nuestro mundo complejo e interconectado? Depende de nosotros crear nuevas herramientas que nos ayuden a entender las voces que escuchamos y las que ignoramos.

“Con una fracción del poder mental utilizado para construir Internet tal como lo conocemos, tenemos la capacidad de activar una gran red capaz de ayudarnos a descubrir, comprender y abrazar un mundo cada vez más amplio. Podemos y debemos reconfigurar este cuadro general”, dice el autor.

En su libro, Zuckerman propone tres soluciones para reconectar la red y contrarrestar esta tendencia a la autosegregación: la primera es seguir a quienes define como "figuras puente", blogueros capaces de traducir y contextualizar ideas de una cultura a otra; la segunda es poder contar con traducciones transparentes, porque ni que decir tiene que un mundo interconectado es un mundo políglota. El potencial de saber y aprender cosas nuevas se expande, pero también la posibilidad de malentendidos. 

Finalmente, el tercero es programar la "serendipia", concepto del que hoy se abusa y se malinterpreta, y que podría definirse como el descubrimiento, entre la causalidad y la sagacidad, de cosas que no se buscaban en absoluto.

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