Que Enel pretenda reducir su participación en la filial española Endesa (según informa el diario español ABC) del 92% actual a una participación menor es posible además de plausible.
De hecho, para controlar Endesa y consolidarla en los estados financieros de Enel, basta con tener una participación del 50%. Recaudar efectivo para reinvertir en otros lugares es, por lo tanto, lícito y estratégicamente válido. ¿Pero donde? El diario ABC dice que el gobierno de Renzi habría indicado África y América Latina. Aunque sea precisamente Latinoamérica, el área donde Endesa y Enel ya tienen hoy gran parte de sus intereses.
¿Entonces? Muy probablemente, la venta de una parte de Endesa podría servir para impulsar inversiones en renovación de plantas en España o en I+D en renovables, o en gas (Endesa actuó de intermediaria para la importación de gas estadounidense), o en nuevas países emergentes o, finalmente, buscando nuevas inversiones de capital.
La historia de Endesa ciertamente ha sido convulsa desde el principio. De hecho, Enel, que quería emprender el camino de la internacionalización, había puesto sus ojos en un principio en Gaz de France. Pero tras el rotundo no de París, el consejero delegado Fulvio Conti se había retirado a Endesa. Enfrentándose a una lucha sin tregua con los alemanes de Eón y teniendo como aliados a los españoles Entrecanales.
Un partido, el español, que al final resultó costoso desde el punto de vista económico, pero que desde el punto de vista estratégico fue todo positivo. No sin algunos ajustes en marcha, como el que se podría esperar en las próximas semanas. Sobre todo tras la salida de Fulvio Conti de la órbita de Enel, hace un par de meses, y la consolidación del gobierno de Matteo Renzi.
