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RUGBY - Acuerdo indescifrable entre la Federación y los jugadores del que todos salen mal

El acuerdo de última hora entre la Federación de Rugby y el sindicato de jugadores permite que la selección nacional retome los preparativos de cara a la Copa del Mundo de Rugby, pero no resuelve los problemas de raíz creados por la insuficiencia de las políticas federales y la mediocridad de los jugadores. solo cabe esperar que Italia haga lo mismo que Francia en 1991

RUGBY - Acuerdo indescifrable entre la Federación y los jugadores del que todos salen mal

Todo resuelto en el frente FIR-GIRA, acuerdo encontrado, jugadores de vuelta en Villabassa. ¿Qué queda de esta semana de fuego para el movimiento de rugby italiano? Para responder a esta pregunta, sería necesario conocer los detalles del acuerdo firmado ayer por la noche entre los dirigentes de la Federación y el sindicato de jugadores. De hecho, si hasta ahora se conocían cifras en juego y varios ajustes tras negociaciones más o menos abiertas, ahora lo único que se sabe del epílogo de la historia es que se ha llegado a un acuerdo. Punto.

“La Federación Italiana de Rugby informa que, tras las reuniones de los últimos días, se ha llegado a un acuerdo con los jugadores de la Selección Nacional para garantizar la reanudación de la sesión de entrenamiento para la Copa del Mundo de Rugby 2015. […] El acuerdo prevé , en particular, un reconocimiento económico para todos los jugadores convocados a la reunión de entrenamiento de verano, sobre todo en nombre de los principios meritocráticos repetidamente destacados por FIR. [...] Ahora, la palabra va al campo: todos los jugadores tienen el apoyo total de todo el movimiento para jugar una gran Copa del Mundo de Rugby y redescubrir la serenidad necesaria para el crecimiento de nuestro deporte".

Este es un extracto del comunicado de prensa conjunto de FIR-GIRA. Esta vez no hubo una guerra de comunicados y diferentes versiones de un mismo hecho. Comunidad de intenciones en el manejo de las cosas en la familia, una familia donde aunque los parientes sean serpientes, es mejor no dejar que todos sepan cuáles son nuestros problemas. Si luego, por algún error en el camino, los problemas salen a flote, entonces lo importante es que no se conocen las soluciones. Este epílogo de la historia no permite comprender quién ganó o quién perdió en la larga y convulsa negociación entre el deseo de revolución meritocrática que la Federación ha intentado forzar y las reivindicaciones económicas (pero no sólo) de los azzurri. 

Cierta cosa es quien perdió. Todo el rugby italiano sale de este atolladero aún más maltrecho que como entró. Es más, no le da tiempo a ponerse los parches, sino que tiene que empezar de nuevo -con quién sabe qué novedades- como si nada hubiera pasado para llegar al Mundial con la cabeza lo más libre posible de cualquier perturbación. El desenlace más probable sólo puede ser el de Tomasiano Gattopardo: moverse, revolverse, revolucionar todo ya todos y luego no cambiar nunca, permanecer siempre igual. En el caso de Italrugby, permanecer igual significa necesariamente permanecer en la mediocridad que siempre nos ha distinguido, sin poder salir nunca del pantano de las selecciones de la Serie B.

El decimoquinto lugar en el ranking mundial -el que Gavazzi reprochó a los jugadores con motivo de la protesta #portacirispetto- es el pobre resultado de las políticas federales adoptadas desde hace quince años y de las que ya se ha escrito en estas paginas junto con un rendimiento competitivo nunca al nivel requerido. Si la culpa no es del 50% y del 50% entre los jugadores y la Federación, seguro que los porcentajes no están demasiado desequilibrados hacia las faltas de Gavazzi y sus compañeros. Solo los jugadores salen siempre al campo y si han demostrado repetidamente que pueden jugarlo en un solo partido, nunca haber conseguido ganar de forma significativa y mínimamente continuada denota faltas que también son imputables a las habilidades de los propios deportistas. Sin embargo, por dar algunos números, dado que los de turno se abstienen de hacerlo, se podría aventurar un reparto de culpas del 70%-30% entre los dos actores, recayendo el mayor peso sobre las políticas federales.

Queriendo concluir con un toque de optimismo, con todas las dificultades que ello pueda significar, podemos recordar la situación en Francia en 1991, cuando el ambiente en el movimiento era similar al que se respira hoy en Italia. En esa ocasión, Francia se adelantó en el camino mundial a pesar de los pronósticos y expectativas. La esperanza es necesaria, el camino a Londres es cuesta arriba. 

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