La conquista del Capitolio por los grillini y la llegada de la nueva alcaldesa Virginia Raggi provocarán un terremoto en la cúpula de las empresas propiedad del Municipio. En el ojo del huracán está sobre todo Acea, la empresa de agua y electricidad controlada en un 51% por el Ayuntamiento de Roma, cotizada en Bolsa y gestionada por directivos cercanos al Partido Demócrata. La presidenta de Acea, Catia Tomasetti, ya ha declarado que está dispuesta a dimitir para dedicarse por completo a su otro cargo, el de presidenta de la Banca di Cesena, pero está claro que sus elecciones están influenciadas principalmente por el cambio de guardia en Campidoglio. El consejero delegado de Acea, Alberto Irace, un directivo respetado por el presidente del Gobierno Matteo Renzi, por su parte parece dispuesto a permanecer en su cargo hasta la fecha límite de 2017, salvo que Raggi disponga lo contrario, asumiendo las inevitables y costosas sanciones del despido.
El caso de Acea es muy delicado, tanto porque la empresa cotiza en bolsa como porque hay grandes inversores privados en el capital, como el grupo Caltagirone. Pero ya en campaña electoral, Raggi había prometido batalla, ventilando un relevo de la alta dirección y una inverosímil publicidad del sector del agua que tendría unos costes estelares y del todo insostenibles para un municipio superendeudado como el de Roma. Lo cierto es que Acea ya está sufriendo en Bolsa: ayer perdió un 4,6% pero por efecto dividendo más que por efecto Raggi. Hoy, la acción está justo por encima de la paridad, pero ha perdido más del 15 % en el último mes.
Las dimisiones en la cúpula de las empresas propiedad del Ayuntamiento de Roma no sólo preocuparán a Acea. Ya mañana, el presidente y director ejecutivo de Ama (la empresa de residuos de la capital), Daniele Fortini, ha decidido dimitir y Raggi decidirá si acepta o rechaza la dimisión.
Luego está Atac, que los Ferrocarriles del Estado quisieran adquirir antes de que quiebre la empresa de transporte público de la capital: el gerente general Marco Rettighieri, que en realidad estaba intentando la operación imposible de volver a encarrilar a la empresa, ya hizo saber que él dejará su cargo inmediatamente.
Pero no terminará ahí. Próximamente será el turno de los responsables de las demás empresas municipales.
