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Memorándum para el futuro gobierno sobre políticas activas de empleo

El mercado laboral italiano es ineficiente e injusto no solo por la brecha entre garantizado y no garantizado, sino porque no logra conectar el sistema de amortiguadores sociales, las políticas de reempleo y la recuperación de áreas industriales abandonadas con fines de empleo y desarrollo. : una verdadera reforma de las políticas laborales debe partir de aquí

Memorándum para el futuro gobierno sobre políticas activas de empleo

Lo que hace que el mercado laboral italiano sea tan ineficiente e injusto, además de la brecha persistente entre garantizado y no garantizado, es también la desconexión entre el sistema de redes de seguridad social, las políticas de reempleo y la recuperación/reutilización de fábricas para fines de empleo y desarrollo y sitios industriales abandonados.

Una política proactiva de empleo debería aspirar a realinear estos tres momentos y volver a llevarlos a una síntesis..

- En ellos redes de seguridad social la reforma Fornero ya ha intervenido de forma eficaz al hacer una primera y clara distinción entre aquellas que son imprescindibles para el buen funcionamiento de las empresas y la salvaguarda del empleo en momentos de crisis temporal (fondo de cesantía ordinario) o en las fases de reestructuración (CI por reestructuración) y las que, por otra parte, tengan por finalidad la protección de los ingresos del trabajador durante el período de paro temporal y que, por tanto, tengan carácter asistencial. Estos últimos (IC por crisis, cese de actividad, en excepción o por movilidad) deben ser sustituidos progresivamente por un único tipo de prestación por desempleo válida para todos los trabajadores que se encuentren en la misma condición. Cuando esté en pleno funcionamiento, la indemnización debería tener una duración limitada en el tiempo y estar vinculada a la búsqueda activa por parte del trabajador que se beneficia de ella de un nuevo puesto de trabajo y a la obligación de aceptar las ofertas de trabajo que se le hagan, bajo pena de perder el subsidio (como lo propone el Partido Laborista Británico). Sin embargo, para poder trabajar y, sobre todo, ser socialmente sostenible, esta reforma debe ir acompañada de un refuerzo extraordinario de las políticas activas de empleo. En otras palabras, el Estado y la AP deben implementar Herramientas, Incentivos y Estructuras como para ayudar realmente a los buscadores de empleo a encontrar uno. Que hoy, por desgracia, no lo es. Hemos acumulado un atraso en este ámbito que tardará años en superarse.

– En el origen de este retraso está la defensa a ultranza por parte de las organizaciones sindicales y de las principales fuerzas políticas del Monopolio Público del Empleo. Hasta 97, año en que la UE nos obligó a superarlo, la intermediación de mano de obra por parte de estructuras privadas era considerada un delito o, en el mejor de los casos, una forma encubierta de contratación ilegal. El Agencias de empleo, tanto públicos (como Italia Lavoro) como privados, han comenzado a funcionar recientemente. "Centros de Empleo", siguiendo el modelo de los Job Centers ingleses o alemanes, que están repartidos por todo el territorio nacional y son capaces de igualar la demanda y la oferta de trabajo a escala nacional y, próximamente, también europea, prácticamente no existen. En cambio, tenemos oficinas provinciales de empleo, que son, sin embargo, lugares de inefable ineficacia y que deberían ser sustituidas por una red de centros de empleo verdaderamente profesionales, capaces de gestionar no sólo normativas sino proyectos y problemas sociales.

Contratos de Aprendizaje y Formación y Empleo todavía son vistos con desconfianza como la idea (que es en cambio la piedra angular del sistema alemán) de la Formación orientada al empleo porque presupone una relación sinérgica entre la Escuela y el sistema empresarial que para muchos, sindicatos y partidos políticos, aún representa un tabú. En definitiva, hay un gran vacío que llenar y para ello hará falta tiempo, una fuerte voluntad política y una buena dosis de realismo. En lo inmediato, el instrumento que podría dar mayores resultados parece ser el de incentivar la contratación de jóvenes y mujeres. Una reducción significativa de los costes laborales y una prórroga de al menos tres años de las protecciones previstas por el actual art. 18 a cambio de empleo permanente podría resultar ser la mejor arma para aumentar el empleo de jóvenes y mujeres y también para contrarrestar el abuso del trabajo de duración determinada y no declarado. Incluso el incentivo para que las empresas (en la práctica el 50% del costo) recurran a la reubicación para reubicar a los trabajadores despedidos podría resultar útil no solo para los trabajadores sino también para el Estado, que ahorraría en el costo de las redes de seguridad social.

– Pero el vacío más difícil de llenar es el relativo a la recuperación de áreas industriales abandonadas con fines de empleo y producción. En la segunda mitad de la década de 90 se plantea en toda Europa el problema de la reestructuración de la industria básica: química, siderúrgica, metalúrgica, etc. Los problemas resultantes –cierre de grandes plantas, racionalización del ciclo productivo, privatizaciones, despidos a deslocalizar– fueron gestionados por los Estados de acuerdo con empresarios privados y con la ayuda de la UE. La recuperación ha ido acompañada de una puesta en valor de los espacios y su reutilización total o parcial para nuevas instalaciones productivas que, en muchos casos, han creado más empleo del que existía anteriormente. Este fue el caso del Reino Unido (particularmente en Gales), en Alemania, en Francia y, aunque parcialmente, también en Italia. Sin embargo, a diferencia de otros países, en Italia, con raras excepciones, la recuperación, más que ser preparatoria para la reutilización de áreas con fines laborales, se limitó a hacerlas seguras. En otras palabras, el sujeto responsable de la recuperación no era el mismo que debería haber promovido las áreas. Excepto en el caso de Campi (Génova) y Bicocca (Milán), en todos los demás casos no hubo un único responsable del proyecto en su conjunto. Esto explica la reurbanización fallida de Bagnoli y la gran incapacidad para gestionar la recuperación y reconversión de grandes áreas como Porto Torres o Sulcis. Todavía hoy falta una dirección política autorizada y una entidad pública verdaderamente capaz de movilizar inversores privados, de utilizar fondos europeos y de coordinar iniciativas con las autoridades locales.

Sin embargo, existen estructuras como Invitalia o Fintecna que, adecuadamente dirigidas y coordinadas, podrían muy bien lidiar con estos problemas. En este terreno, sin embargo, al menos hasta ahora, nos hemos movido con mucha dificultad. El Decreto Legislativo 152 de 2006 que destinaba 3 millones de euros para estas políticas nunca ha entrado en vigor porque el Ministerio de Fomento y Medio Ambiente no ha llegado a los acuerdos necesarios, mientras que los 3 millones han ido a parar al pozo sin fondo de los casos de excepción. Restaurarlo hoy no parece posible mientras parece más realista iniciar, de acuerdo con las autoridades locales, proyectos de recuperación de áreas industriales abandonadas más pequeñas. En los últimos días, el Ministerio de Infraestructuras ha cofinanciado 28 proyectos de recuperación de áreas urbanas degradadas (muchas de las cuales son áreas industriales abandonadas) que contemplan la recuperación, infraestructuras y la implantación de nuevos negocios tanto en el sector servicios como en el manufacturero. uno. Los criterios elegidos por el Ministerio para contribuir a su realización fueron muy sencillos:

a) el proyecto debía estar listo para la construcción de inmediato;
b) la inversión privada tenía que estar ya disponible;
c) el aporte del Estado se destinaría a cubrir la "última milla", es decir, permitir su realización.

Una iniciativa similar, dedicada a áreas industriales abandonadas dispersas por todo el territorio nacional, que involucre a autoridades locales, grandes agencias nacionales (Invitalia, Finteca y otras) y el gobierno central podría ayudar a transformar lo que ahora son temas críticos en una palanca para crear nuevos empleos y promover desarrollo.

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