Los resultados del PIB del segundo trimestre de Italia son un vaso para verse medio lleno. En el espacio de cuatro trimestres, el crecimiento anual de nuestra economía pasó de menos medio punto porcentual a más medio punto porcentual. El crecimiento alcanzado en el primer semestre de 2015 asciende a cuatro décimas de punto, dando credibilidad al objetivo de un incremento del 0,7 por ciento para el año.
Es la confirmación de que la salida de la recesión se consolida, aunque el ritmo de recuperación sea moderado. Pero la debilidad de la recuperación no es un problema italiano, sino europeo. Los números lo demuestran.
Con un incremento de dos décimas sobre el trimestre anterior, Italia se encuentra exactamente a mitad de camino entre las cuatro décimas de incremento registradas en el segundo trimestre por Alemania y el crecimiento nulo a nivel económico de Francia.
Es Europa en su conjunto la que sigue creciendo demasiado poco. Y el déficit de desarrollo real se ve agravado por una inflación que sigue siendo demasiado baja e iguala en julio a solo una décima parte del objetivo del dos por ciento fijado por el BCE para la eurozona.
En septiembre tendremos que volver a trabajar intensamente en el sitio de recuperación europeo. Eso es lo que indican Cifras del PIB del segundo trimestre y confirman las renovadas señales de incertidumbre provenientes de los ritmos de desarrollo y de las vicisitudes monetarias del mundo no europeo. Más crecimiento interno, más inversiones y más competitividad parecen ser las palancas sobre las que actuar.
