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Pensionistas y sindicatos: por qué sería útil una separación

En Italia, el peso de las organizaciones de jubilados dentro de la CGIL, CISL y UIL es enorme. Gozan de los mismos derechos que los trabajadores activos y pueden determinar no solo las opciones políticas sino también los órganos de dirección, a diferencia de EE. UU. y Europa - La separación favorecería el fortalecimiento del sindicato en la negociación

Pensionistas y sindicatos: por qué sería útil una separación

Un resumen de este artículo apareció en “Il Giorno” el domingo 26 de julio en la página 22. Pensionistas y confederaciones: la anomalía italiana. Porque sería útil una separación consensuada entre Sindicatos de Pensionistas y Confederaciones. De 16 millones de pensionados, más de 7 millones se han afiliado al sindicato mediante la firma de un poder según el cual el INPS hace una deducción. Existe una discrepancia entre las cifras publicadas por el INPS y las de fuentes sindicales, pero la representatividad de CGIL, CISL y UIL, que juntas suman casi 5 millones de afiliados, es incuestionable.

Los poderes, una vez firmados, son por tiempo indefinido. Para los sindicatos, este es un punto fuerte porque las revocaciones solo pueden tener lugar a través de una cancelación enviada a la institución de seguridad social. Pero también es un elemento de debilidad: no es casualidad que los sindicatos teman la renovación anual de poderes que podría decidir el INPS. Después de todo, en el pasado fue la propia CGIL quien lo solicitó.

El peso de las organizaciones de pensionistas dentro de sus propias confederaciones es enorme. Más de la mitad de los miembros de la CGIL, alrededor del 50% en la CISL y alrededor de un tercio en la UIL. En un país que envejece el fenómeno es natural. Pero en el sindicato italiano hay una anomalía macroscópica: el reconocimiento de un pensionista de un estatus igual al de un trabajador registrado activo no se encuentra en otros sindicatos. En general, las reglas de los sindicatos europeos y americanos atribuyen el poder de decisión sólo a los miembros activos del sindicato. Los jubilados participan en la vida del sindicato, pero no están presentes, como estructura organizada, en los órganos de la unión confederal.

La anomalía italiana produce efectos significativos. En primer lugar, atribuye a los jubilados un poder condicionante para determinar, además de las elecciones políticas, también los cargos más importantes de las confederaciones. Es cierto que CGIL, CISL y UIL han tomado medidas para remediar la situación al establecer que la presencia de representantes de los pensionistas en los órganos de gobierno no puede superar la tercera parte del total, pero muchas veces, sobre todo en los territorios, los trabajadores en activo acaban siendo en minoría. ¿Los grupos de alta dirección influyen en las políticas federales? La mayoría de los equipos de liderazgo de jubilados han sido capacitados en el lugar de trabajo desde el Otoño Caliente. Su cultura sindical es altamente conflictiva, a veces impregnada de residuos de antagonismo que apenas ve coexistir intereses comunes en la empresa entre trabajadores y empresarios.

Por estas razones son objetivamente defensores de la "continuidad de la tradición" que corre el riesgo de convertirse en una protesta por sí misma. Por otro lado, los sindicatos de jubilados financieramente fuertes tienen su propia organización amplia y son particularmente activos en la red de servicios fiscales y de seguridad social que constituyen la fuente principal de su afiliación. También es cierto que el éxito de las manifestaciones confederales, especialmente las de carácter nacional, suele estar determinado por su presencia masiva.

Pero, ¿este arreglo político organizacional responde a los intereses de los jubilados como grupo social? Hoy los intereses del mundo del trabajo ya no son uniformes y la lucha de clases ha sido reemplazada por un conflicto articulado que busca soluciones pragmáticas. El resultado más importante para los jubilados se logró con la reforma del lejano 1968, cuando los hijos ayudaron a sus padres jubilados.

Hoy ocurre lo contrario pero mientras tanto el crecimiento del gasto social ha traído consigo nuevas reglas que prefiguran pensiones de hambre para las próximas generaciones. Algunas mejoras pueden obtenerse con las pensiones complementarias, materia contractual de las categorías de activos, mientras que importantes resultados pueden lograrse fortaleciendo las políticas sociales de Regiones y Municipios. ¿No es irrealista diseñar un modelo de organización autónoma (¿y unitaria?) de los trabajadores jubilados, no subordinada sino aliada a las confederaciones y categorías de trabajadores en activo, que desarrolle su enorme potencial de representación y organización frente a las instituciones como una expresión de intereses específicos de un grupo social.

Esta separación aumentaría el papel y la responsabilidad de los jubilados y al mismo tiempo también favorecería un fortalecimiento del sindicato negociador, comenzando por la negociación corporativa y territorial, que es la única respuesta creíble para salir de una larga y difícil crisis económica y política. .

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