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Olas de heladas e inversiones congeladas para gas en Italia

El pasado invierno será recordado como el de la excepcional ola de heladas y la emergencia del gas: el consumo diario saltó en todos los continentes, en Italia el 7 de febrero se alcanzó un récord de 465,9 millones de metros cúbicos - Para el futuro preocupa la dependencia del otros países y la lentitud de la burocracia de la infraestructura.

El invierno que acaba de pasar será recordado por los involucrados en energía, pero no sólo, cómo el año de la excepcional ola de heladas y una nueva emergencia de gas. Desde finales de enero hasta la segunda semana de febrero, toda Europa se vio azotada por el frío siberiano y obligada a hacer frente a una interrupción temporal de la regularidad de los flujos internacionales de metano con importantes reducciones en los suministros rusos -que cubren alrededor de 1/4 de Europa necesidades y 1/3 de las italianas. Por el lado de la demanda, al mismo tiempo, el consumo diario se disparó en todo el continente, en el caso particular de Italia, el 7 de febrero se alcanzó el récord histórico de 465,9 millones de metros cúbicos consumidos en un solo día, valor igual al consumo anual asumido para el conjunto de Cerdeña -aún no metanizado- en la hipótesis de construcción del gasoducto submarino de Galsi.

Ante esta situación de tensión entre oferta y demanda, es inevitable que se haya reavivado el debate -no sólo entre los de dentro- sobre la necesidad de nuevas infraestructuras de suministro de metano, que puedan así diversificar las importaciones a Italia, y, a decir verdad, en mucho en menor medida, de nuevas inversiones en capacidad de almacenamiento de gas.

Visto más de cerca, en el caso de la reciente emergencia, el problema de la diversificación de suministros es sólo un tema colateral al de la máxima capacidad de inyección a la red de almacenamiento. Ciertamente, el poder contar con un sistema de suministro más variado y flexible, y por tanto con un mayor número de puntos de entrada, habría puesto a Italia en una situación menos crítica ante la reducción de flujos desde Rusia. Al mismo tiempo, sin embargo, dado que se trata principalmente de un problema de mercado "tirado" al pico de demanda, la inversión que por excelencia hubiera podido mitigar estos problemas críticos es la de nuevos sitios de almacenamiento y la inyección de capacidad de red desde ellos.

No obstante, se ha hablado mucho de nuevas terminales de regasificación, que como es sabido, ofrecen la ventaja de no tener un vínculo físico -sino a lo sumo contractual- con el país productor, y en cambio permiten la llegada de metaneros cargados con Gas Natural Licuado (GNL) de diferentes países productores. Irónicamente, precisamente en los días de la emergencia, las dos terminales de regasificación que ya estaban operativas en Italia (en Panigaglia y Porto Viro) resultaron ineficaces, ya que la excepcional ola de frío también provocó malas condiciones en el mar, lo que dificultó las operaciones de descarga de GNL. Más irónico, y aún más preocupante, es el anuncio de British Gas, tras más de una década dedicada a autorizaciones y permisos, de querer abandonar, o más bien congelar, el proyecto de una terminal de regasificación en Brindisi. 

La preocupación por el abandono de estas inversiones no se basa tanto en la posible tensión entre la demanda y la oferta de metano en Italia sobre una base anual. Los picos de consumo de 2005 de 85,3 millones de metros cúbicos nunca se han vuelto a alcanzar y en 2011 la demanda se situó en 76,7 millones de metros cúbicos.

Las previsiones macroeconómicas para los próximos años no hacen pensar que sea posible una recuperación significativa del consumo industrial, mientras que para el sector termoeléctrico la competencia de las fuentes renovables y las importaciones, además de los márgenes brutos muy estrechos, ha reducido la generación. de plantas a gas. A medio plazo, por tanto, es poco probable que la demanda alcance niveles tales como para cuestionar la suficiencia de la capacidad de oferta anual ya existente, por lo que la decisión de desinvertir en las dos empresas extranjeras parece racional también sobre la base del nuevo mercado. condiciones.

Por otro lado, es preocupante que la burocracia italiana, la lentitud de los procedimientos de autorización y la oposición local hayan impedido de hecho que los inversores construyan este tipo de infraestructuras cuando el mercado estaba en condiciones de garantizar la rentabilidad de tales proyectos. Dado que el sector de la energía se caracteriza por un marcado carácter cíclico de las inversiones, la falta de ampliación de las infraestructuras durante períodos de mercado "corto" se traduce en una mayor dificultad la próxima vez que el mercado vuelva a estar "apretado".
 
Por el lado de las inversiones en sitios de almacenamiento, sin embargo, el mayor avance debe provenir del Decreto Legislativo 130/2010. El decreto introdujo nuevos mecanismos para favorecer el aumento de la capacidad de almacenamiento por un máximo de 8 millones de metros cúbicos adicionales a los aproximadamente 10 millones actuales. Inversores como termoeléctricas, pymes y sus agregados también están participando en la financiación de las nuevas, animados por la posibilidad de beneficiarse durante los próximos 5 años de las mismas ventajas económicas que les habrían derivado de la cuota de capacidad de almacenamiento por ellos si la infraestructura se hubiera construido inmediatamente. Sin embargo, por ahora, todavía estamos en el ámbito de lo virtual, como se ha renombrado el mecanismo.   

Por tanto, sólo queda esperar a la construcción de las infraestructuras, esperando que encuentren menos obstáculos que los proyectos de las terminales de regasificación.

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