Dos pistas no lo probarán, pero ciertamente alimentan las sospechas, por no hablar de la certeza de que las pruebas generales de convergencia están en marcha desde hace algún tiempo entre el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y la Lega de Matteo Salvini en un ritmo anti-Renzi y anti-sistema. de la minoría del Partido Demócrata que demorándose en batallas de retaguardia -como la que quisiera desmantelar la reforma del Senado para empezar de nuevo- aún no ha entendido cuál es el verdadero juego y qué presagia el campo de batalla a la vista de las futuras elecciones políticas y el balotaje entre listas: ya no el choque entre derecha e izquierda sino entre fuerzas antisistema (Lega y M5S) y la política de reformas de la que el partido de Renzi aspira a ser motor.
El terreno sobre el que se concreta la alianza populista entre Grillo y Salvini es la política de inmigración y la lucha contra los migrantes y las palabras de los dos mandatarios de las últimas horas son esclarecedoras. Ayer Salvini había respondido furioso a la CEI que había tildado a los políticos antiinmigrantes de "vendedores baratos". “Quien defienda esta invasión clandestina, que está arruinando a Italia, o no la entiende o no gana con ella”, había argumentado con poca diplomacia el secretario de la Liga.
Hoy llega Beppe Grillo al rescate de Salvini, que no tolera distinciones en la línea dura antimigrante y se pega a los del M5S que se habían desmarcado de la deriva liguera de los grillini.
Aquellos que no saben qué camino tomar es Forza Italia, que está entre la espada y la pared. Los que sueñan con una lista común con la Liga -como Toti o como Brunetta- obviamente defienden a Salvini también sobre los inmigrantes, los que no quieren que Forza Italia se ahogue en el abrazo mortal con la Liga se distancian como la exministra Maria Stella Gelmini que sobre la inmigración utiliza palabras cautelosas.
Por ahora solo el Partido Demócrata no está dividido en política migratoria pero para vencer a la alianza neopopulista, incluso el partido de Renzi necesitaría una cohesión que por ahora es solo un espejismo. También porque, si no quiere verse arrollado por la demagogia de sus adversarios, tarde o temprano también el primer ministro tendrá que tomar decisiones difíciles en materia de política migratoria que podrían volver a hacer enojar a su minoría interna.
