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MADE IN ITALY: Indesit cambia a los estadounidenses de Whirlpool, pero vender es mejor que declinar

CAPITALISMO FAMILIAR – Es una pena que los Merloni no hayan encontrado en la familia los recursos financieros y la fuerza gerencial para mantener Indesit pero vender el grupo a un gigante como Whirlpool es una prueba de sabiduría porque antepone el futuro de la empresa, dándole seguridad – En este caso, el patriotismo económico estaría fuera de lugar

MADE IN ITALY: Indesit cambia a los estadounidenses de Whirlpool, pero vender es mejor que declinar

Cuando un pedazo de Italia se va, nunca es un día de celebración. Y cuando está en juego una empresa como Indesit, símbolo del Made in Italy y del capitalismo familiar, que se baja la tricolor para pasar bolsa y equipaje al gigante estadounidense Whirlpool, el pesar es fuerte. Pero la razón ayuda más que los sentimientos a la hora de interpretar el cambio de propiedad y de bandera de Indesit y sugiere al menos cuatro consideraciones.

Primero: desde un punto de vista industrial, el color de la propiedad, salvo en el caso de empresas estratégicas y no solo importantes como en este caso, no hace ninguna diferencia porque lo que realmente importa para el futuro de una empresa es la calidad de su gestión y la lucidez de sus estrategias.

Segundo: ante las claras dificultades de los Merlonis, el cambio de manos de Indesit fue la salida más natural y la llegada de una gran multinacional, que conoce bien Italia y respeta la independencia de las empresas y marcas que compra, es una garantía para el futuro del grupo Marche. Y con todo respeto a una familia tan emblemática del capitalismo familiar como los Merloni, la seguridad de la empresa es más importante que el destino de sus fundadores y dueños. Siempre es mejor crecer que decaer e Indesit cambia de bandera pero sigue muy viva en el territorio nacional.

Tercero: la importancia no debe confundirse con el carácter estratégico de una empresa y si Indesit es ciertamente una realidad industrial de primera mano, eso no significa que pueda definirse como estratégica porque ciertamente no es insustituible (el mercado está lleno de blancos). empresas de bienes). El patriotismo económico es sacrosanto cuando hay en juego activos verdaderamente estratégicos, pero corre el riesgo de nublar las ideas en otros casos y de abrir la puerta al nacionalismo económico que, afortunadamente, es una enfermedad que no nos pertenece y que con mucho gusto dejamos en manos de los franceses, cuya economía hoy es quizás más difícil que el nuestro.

Cuarto: el caso Indesit pone de relieve, una vez más, el complejo ya veces letal problema de la sucesión generacional para las empresas familiares pequeñas pero también medianas o incluso medianas. Si una familia no dispone en su seno de los recursos económicos ni de gestión, de nada le sirve defender obstinadamente el control de una empresa que acabaría condenándola a la decadencia. Vender es a menudo un signo de previsión y el caso de Indesit ciertamente lo es.

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