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Trabajo: Italia dio lecciones de productividad en España, Alemania y Francia

FOCUS BNL – En el segundo trimestre de este año, la productividad real del trabajo español alcanzó la de Italia – Importantes incrementos registran en los últimos 10 años las dos principales economías de la Eurozona, Alemania y Francia – Italia, por otro mano, ella se quedó quieta.

Trabajo: Italia dio lecciones de productividad en España, Alemania y Francia

Tras casi veinte años de carrera, España lo ha conseguido. Los datos, poco conocidos, son visibles en la base de datos en línea de Eurostat. En el segundo trimestre de este año, la productividad laboral real española alcanzó la de Italia. El valor añadido por hora trabajada, considerado neto de cambios en el poder adquisitivo, se sitúa ahora en 32 euros en ambos países. El avance español se ha materializado en el aumento de unos quince puntos porcentuales de la productividad en los últimos diez años. Por el contrario, hoy en Italia la productividad real del trabajo es sustancialmente la misma que a principios de la década de XNUMX.

Además de España, las dos principales economías de la Eurozona han registrado incrementos significativos en la productividad laboral en los últimos diez años. Tanto en Alemania como en Francia, el valor añadido por hora trabajada creció algo menos de diez puntos porcentuales y se sitúa ahora en niveles absolutos al menos diez euros superiores al nuestro. Los otros grandes países de la moneda única se han adelantado, sin exagerar. Nos quedamos quietos. En el caso de España, la mejora de la productividad se ha manifestado sobre todo en los últimos años marcados por crisis y recesiones. 

La lección de español no tiene nada de milagroso. La economía ibérica ha atravesado lo que los economistas llaman "labour shedding", la pérdida masiva de puestos de trabajo. Entre mediados de 2008 y mediados de 2013, el número de horas trabajadas cayó en España diecisiete puntos porcentuales frente a una caída de siete puntos en Italia. De los grandes protagonistas de la moneda única, solo Alemania ha conseguido un aumento de la productividad del trabajo en un contexto que los economistas denominan "labor atesoramiento", es decir, la preservación de puestos de trabajo. Hoy en Alemania la cantidad de horas trabajadas en un trimestre es la misma que hace cinco años mientras que el valor añadido que genera una hora trabajada es tres puntos porcentuales superior.

España y Alemania nos muestran dos caminos diferentes para mejorar la productividad. La española consiste en una recuperación de la eficiencia operada a través de una drástica caída de los niveles generales de empleo. El sistema ha aumentado la productividad, aunque con un costo social muy alto. Más que las reformas estructurales, que pueden llegar en un futuro próximo, en España se han hecho recortes y saneamientos. En Alemania, en cambio, con el mismo insumo de mano de obra era posible producir más. Gracias a muchos elementos, tanto internos como externos al mundo empresarial, comenzando por los efectos beneficiosos y duraderos de las reformas del mercado laboral iniciadas a principios de la década de XNUMX. 

A la larga, la calidad de la flexibilidad asegurada en Alemania por las reformas de Hartz resultó ser decisiva, sobre todo en términos de facilidad de operación y sostenibilidad económica y social. Si en España menos trabajo y menos producto van acompañados de mayor productividad, en Alemania el mismo insumo laboral ha generado más producto y más productividad. Sólo en Italia las tres cantidades en cuestión retroceden simultáneamente. Menos trabajo, menos producto y menos productividad. Detrás del funcionamiento de esta espiral descendente está el efecto de un deterioro cualitativo que refleja los resultados de una extensa desindustrialización manufacturera. Desde el comienzo de la recesión de 2008, el valor añadido manufacturero, medido en volúmenes, ha caído en Italia unos dieciocho puntos porcentuales, exactamente el doble de la caída de nueve puntos del PIB real.

Entre mediados de 2008 y el segundo trimestre de 2013, el peso de la industria en el valor añadido total producido en Italia se redujo en unos tres puntos porcentuales frente a una caída de menos de un punto porcentual en España. Hoy la fabricación supone el quince por ciento del producto en Italia y el trece por ciento en España. Solo en Alemania la incidencia de la fabricación se ha mantenido constantemente por encima de ese veinte por ciento que también constituye el objetivo europeo para 2020. Muy claramente el nuevo informe sobre competitividad publicado por la Comisión Europea identifica la recuperación de la fabricación como el factor impulsor de una recuperación de la productividad a nivel continental. El peso de la fabricación sobre la investigación y la innovación es cuatro veces mayor que la incidencia del sector sobre el PIB de la Unión Europea. 

Para Italia, sin embargo, el déficit de productividad afecta tanto a los servicios como a la manufactura. Un par de ejemplos. En los últimos años, el valor añadido por hora trabajada en la producción de medios de transporte no ha variado en Italia, mientras que en Alemania ha crecido diez puntos. En el extremo opuesto de la fabricación, en un sector de servicios estratégico para nosotros como es el de los servicios de alojamiento y restauración, la productividad laboral por hora en Italia sigue siendo un tercio inferior a la de España. Dentro de nuestra recesión hay un doble déficit, de cantidad y calidad, de producto y de productividad. Del mismo modo, el declive en la fabricación se ve agravado por un problema de innovación de servicios. Romper estas espirales negativas es necesario para dar un nuevo aliento a nuestra competitividad y crear las condiciones para un reempleo duradero del trabajo perdido.

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