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Turquía en el nuevo Mediterráneo: perfiles geoeconómicos y geoenergéticos

Cortesía de la revista Equilibri, publicada por ilMulino, artículo que hace un repaso a Turquía y a los factores que subyacen a la creciente importancia estratégica de Ankara – Es necesario identificar y esbozar los posibles puntos de cooperación con la Unión Europea – El país es un actor crucial para la seguridad energética europea

Turquía en el nuevo Mediterráneo: perfiles geoeconómicos y geoenergéticos

La Primavera Árabe ha desestabilizado profundamente los equilibrios geopolíticos y geoeconómicos de la orilla sur del Mediterráneo, generando una situación de incertidumbre en la zona que abre nuevas posibilidades para que Turquía (re)emerja como líder regional. Las convulsiones en el norte de África también se produjeron en un momento en que Turquía ya se había embarcado en un proceso de reposicionamiento en la arena geopolítica de la región. En la última década, de hecho, el país renovó su política exterior, mejorar las relaciones económicas y políticas con los vecinos y relanzar sus aspiraciones en las zonas del Cáucaso, Asia Central, Irak, Irán y el Mediterráneo Oriental. Varios factores geoeconómicos y geoenergéticos están haciendo que la Turquía es un actor crucial tanto para la seguridad energética europea como para el proceso de integración económica del área mediterránea

Perfiles geoeconómicos – Turquía siempre ha sido la mayor economía del área sur del Mediterráneo y en la última década ha aumentado aún más su protagonismo, pasando su PIB de 266 millones de dólares en 2000 a 763 millones en 2011. Según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), Turquía también se reafirmará en los próximos años como la economía más dinámica de la región. Durante la última década, los países del sur del Mediterráneo no solo han crecido en términos de PIB, sino también en términos demográficos. De hecho, la población de la región pasó de 234 millones de personas en 2000 a 277 millones en 2011. Según las previsiones del FMI, la población de la zona seguirá creciendo en un futuro próximo, alcanzando los 297 millones de personas en 2016. Mirando la cifra del PIB per cápita , se puede observar que entre los países del área Israel, Turquía y Líbano tienen niveles más altos que todos los demás. Según las previsiones del FMI, en el periodo 2011-2016 el PIB per cápita de Turquía crecerá anualmente a un ritmo medio del 7%, muy por encima de la media regional del 5%. Estos tres indicadores macroeconómicos fundamentales -PIB, población y PIB per cápita- ejemplifican la importancia primordial de Turquía en el panorama económico regional y representan un elemento esencial para entender el papel que juega -y seguirá jugando- el país en el área mediterránea.

Perfiles de geoenergía – El papel principal de Turquía en el área del sur del Mediterráneo no solo se debe al tamaño de su economía, sino también a su posición en términos de geoenergía. La rápida expansión económica y demográfica esperada para los países del Sur del Mediterráneo tendrá un efecto sustancial en la perspectiva energética regional. En este sentido, se estima que el consumo de energía de estos países se duplicará en las próximas dos décadas, pasando de 311 millones de toneladas equivalentes de petróleo (MTEP) en 2010 a alrededor de 600 MTEP en 2030. Turquía más que duplicó su consumo de energía entre 1990 (47 MTEP) y 2010 (110 MTEP), convirtiéndose en el primer país consumidor de energía en el sur Mediterráneo (en 2010 Turquía representó el 31% del consumo energético regional). Teniendo en cuenta que el país será testigo de la expansión económica más rápida de la región, este porcentaje aumentará constantemente durante las próximas dos décadas, alcanzando un nivel del 38 % en 2030. Sin embargo, el importante papel de Turquía en el panorama energético del sur del Mediterráneo es no solo por el tamaño de su mercado, sino también por su ubicación geográfica única. Está, de hecho, en el centro del 68% de las reservas mundiales de petróleo y del 75% de las reservas mundiales de gas natural. Esta característica peculiar abre una serie de oportunidades para Turquía en términos de tránsito de energía. En particular, la oportunidad más importante parece ser vinculado al mercado del gas natural: tanto las perspectivas de la demanda europea de gas como de su producción en los países proveedores de nuestro entorno permiten augurar un futuro brillante para este país como centro regional de gas natural. 

La importancia estratégica del gas natural – Dentro de su Energy Roadmap 2050, la Comisión Europea ha destacado la importancia crucial que tendrá el gas natural para la transformación del sistema energético europeo, pronosticando que en este ámbito, a medio plazo, la demanda de gas se mantendrá alta especialmente en relación con la producción de electricidad. En 2010 cerca del 80% de las importaciones de gas de la Unión Europea (330 mil millones de metros cúbicos), se derivan de solo tres proveedores: Federación Rusa (110 mil millones de metros cúbicos), Noruega (99 mil millones de metros cúbicos) e Argelia (50 mil millones de metros cúbicos). Esta fuerte dependencia de tan pocos proveedores llevó a la Comisión Europea a hacer que el concepto de diversificación uno de los pilares de su política energética. Este concepto ha sido interpretado de manera muy amplia, incluyendo tanto la diversificación de proveedores como (precisamente por los fuertes problemas geopolíticos ligados a las infraestructuras gasistas) la diversificación de los países de tránsito. En particular, la Comisión Europea lanzó formalmente en 2008 el concepto del Corredor Sur, una iniciativa destinada a desarrollar un corredor de tránsito de gas natural desde las regiones ricas del Mar Caspio y Oriente Medio hacia Europa, para mitigar su dependencia del gas natural. Importado de la Federación Rusa. La región del Caspio posee una cantidad significativa de reservas probadas de gas natural. Turkmenistán tiene las mayores reservas de la región (alrededor de 8 tcm), seguido de Kazajstán (1,8 tcm), Uzbekistán (1,6 tcm) y Azerbaiyán (1,3 tcm). Sin embargo, con la excepción de Azerbaiyán, el potencial de exportación de estos países se ve obstaculizado por su situación geográfica. De hecho, se trata de países que no tienen salida al mar y por ello todas sus exportaciones a Europa requieren tránsito por el territorio de la Federación Rusa. Para tener su propia independencia comercial, estos países tendrían que desarrollar rutas alternativas.

La opción más discutida, pero también la más problemática por razones tanto técnicas como legales, es construir un gasoducto a través del Mar Caspio. Por este motivo, la UE ha entablado recientemente un diálogo periódico con Turkmenistán y Azerbaiyán. El mandato otorgado el 12 de septiembre de 2011 por los 27 Estados miembros de la UE a la Comisión Europea para negociar un tratado jurídicamente vinculante entre la UE, Azerbaiyán y Turkmenistán para la construcción de dicho gasoducto podría representar un paso importante en la consolidación de las relaciones entre estos actores. y así fortalecer el concepto mismo del Corredor Sur.Mientras que los suministros de gas de Turkmenistán, Kazajstán, Irán e Irak representan una perspectiva a largo plazo, los suministros de gas de Azerbaiyán ya representan un potencial a corto plazo. Las principales reservas de gas del país se encuentran en el enorme campo Shah Deniz, ubicado en la parte sur del Mar Caspio. El campo cubre aproximadamente 860 kilómetros cuadrados y tiene reservas probadas de gas estimadas en alrededor de 1.000 millones de metros cúbicos. Recientemente se inició el llamado "fase 2" por Shah Deniz, que implica la realización de una plataforma marina adicional, que agregará 16 mil millones de metros cúbicos adicionales a la actual producción de gas natural del país, de los cuales 10 mil millones para el mercado turco y 6 mil millones para el mercado europeo. En cuanto al tema infraestructural, hay varios proyectos sobre la mesa: Nabucco, ITGI, TANAP, TAP, SEEP, AGRI y White Stream. Con la única excepción de White Stream (un gasoducto de Georgia-Rumania-Ucrania) y AGRI (un proyecto de GNL de Azerbaiyán-Georgia-Rumania a través del Mar Negro), todos los demás proyectos tienen una característica común: el tránsito a través de Turquía. Sea quien sea el ganador de la licitación del Corredor Sur, está claro que el centro de gravedad del tránsito de gas natural hacia Europa se reorganizará del norte al sur del Mar Negro, convirtiendo a Turquía en la piedra angular de la seguridad energética europea.

El potencial de las energías renovables – Además de las perspectivas del mercado del gas, hay que subrayar el enorme potencial en materia de energías renovables -sobre todo solar- en el área sur del Mediterráneo, un potencial que la Turquía puede hacer una gran contribución en términos de transferencia de tecnología y capacidad de producción. La participación de Turquía en la Unión por el Mediterráneo, un marco institucional que apoya firmemente el Plan Solar Mediterráneo y la iniciativa Desertec, ofrece otra oportunidad para la cooperación energética en la región. Esta perspectiva se fortalece aún más al considerar la estrategia europea encaminada a crear el llamado Anillo Energético Mediterráneo, que conecta Europa con el sur del Mediterráneo a través de interconexiones de gas y electricidad.

La urgencia de una cooperación renovada UE-Türkiye en el sector de la energía: Desde 2002, Turquía se ha embarcado en un proceso de renovación de su política exterior, dejando de lado las diferencias ideológicas con sus vecinos para centrarse en cuestiones económicas y comerciales más pragmáticas. En particular, el gas natural ha sido un elemento central en estas nuevas relaciones orientadas al pragmatismo entre Turquía y países de Asia Central y Medio Oriente como Azerbaiyán, Turkmenistán, Irán e Irak. Turquía también juega un papel de crucial importancia en el Mediterráneo Oriental, un área que está experimentando una rápida evolución tanto en términos geopolíticos como geoenergéticos tras los recientes descubrimientos de yacimientos de gas natural frente a las costas de Israel y Chipre. Considerando todos estos factores en conjunto, es posible comprender mejor cómo Turquía está llamada a convertirse en un elemento fundamental tanto para la seguridad energética europea como para el proceso de integración del área mediterránea. Por este motivo, la UE debería desarrollar un nuevo esquema de cooperación con Turquía lo antes posible, comenzando por el sector donde los intereses son más fuertes: la energía, para ser precisos. La primera prioridad de este nuevo esquema de cooperación debe referirse a la integración de los mercados de gas natural y electricidad. La UE, a través de diversas iniciativas como Inogate, MedReg y Energy Community, ya ha dado algunos pasos en esta dirección, aunque sin obtener resultados significativos. En particular, Turquía solo ostenta el estatus de "país observador" en la Comunidad de la Energía, la institución creada por la UE en 2005 con el objetivo de ampliar el acervo comunitario en el campo de la energía. La segunda prioridad de un nuevo esquema de cooperación UE-Turquía debería referirse al desarrollo de las energías renovables. Como se ha indicado, de hecho existe un enorme potencial en este sector en el área del sur del Mediterráneo y la contribución de Turquía supondría un enorme valor añadido para los proyectos de gran envergadura que se están definiendo en el norte de África. Dichos proyectos podrían hacer una importante contribución no solo al desarrollo económico de toda la región mediterránea, sino también a fomentar una mayor integración política y social de la propia zona. De hecho, como lo demuestra la evidencia histórica, siempre existe una relación íntima entre la interacción económica a gran escala y la estabilidad del orden político.

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