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La mentira de la literatura y el "honesto" Graham Green

Lo sabemos, la ficción es una mentira. Cosas inventadas, historias que nunca sucedieron, personajes que nunca existieron, construcciones de mentes imaginativas que quisieran vivir en universos paralelos minuciosamente descritos. Incluso hay alguien que ha inventado un idioma.

La mentira de la literatura y el "honesto" Graham Green

Mentiras mentiras

Zeno, el protagonista de la obra maestra del aspirante a violinista Svevo, miente descaradamente al lector como lo hace con su analista. Pero mientras este último, siempre silencioso, parece intuir la historia fabricada, el lector cae de lleno en el engaño del inepto Zeno Cosini, que es todo menos inepto. Lo único cierto del constructo mentiroso es que siempre fuma un último cigarrillo, algo sobre lo que un fumador no puede mentir ni siquiera proponiéndoselo a sí mismo. El resto son todos una mierda.

La cínica Agatha Christie trata continuamente de engañar al lector y hay que contar con la técnica de Maradona para evitar las cáscaras de plátano que Hércules Poirot y Miss Marple, con quienes hay total identificación, diseminan en el camino del lector. Este último, pobre hombre, tiende a dar crédito a sus intuiciones hechas para desviarlo del camino. Al final, el único error que cometió el asesino es que no previó la presencia de Hércules Poirot. Es como decirle al lector que es un idiota. Gracias Agatha.

Quizás el único honesto en el acto de mentir fue Graham Green con su Nuestro agente en La Habana. Aquí el objeto de la mentira sí es una mentira, pero una mentira profética porque, como un sueño premonitorio, anticipa una realidad que realmente sucedió.

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Una instantánea de la visita de Castro al set de la película de 1959 Nuestro agente en La Habana. Junto a Castro los dos protagonistas de la película: Maureen O'Hara y Alec Guinness

La vida de Graham Green es un jardín de delicias para los consumidores de biografías. Conocidos exóticos, actividades de inteligencia, coqueteos apasionados y su sincera inspiración por el catolicismo, hacen del propio Green un sujeto perfecto para la ficción. En un libro en inglés publicado recientemente, Nuestro Hombre caído en La Habana: la historia Detrás Graham De Greene Frío Espía de guerra Novela (324 páginas), Christopher Hull, estudioso de Cuba, desarrolla uno de los temas vinculados a la vida aventurera del escritor inglés, el del espionaje que está en el centro de la novela Nuestro agente en La Habana.

También se basó en la novela de Green una película dirigida por Carol Reed con Alec Guinness y Maureen O'Hara, rodada en La Habana en 1959 precisamente con motivo de la caída de Fulgencio Batista y la llegada al poder de Fidel Castro. Castro también visitó el set de filmación porque amaba el trabajo de Green. Este último había visitado Cuba en 1954 durante su deportación de Puerto Rico provocada por una broma: en una reunión estudiantil se había declarado comunista.

Aunque detestaba el régimen de Batista, Green quedó cautivado por el clima y la vida nocturna de La Habana. En los 10 años siguientes volvería a Cuba muchas veces más. Green admiraba las reformas sociales iniciadas por Castro pero aborrecía su enfoque puritano de los burdeles de La Habana. Green apoyó directamente la insurrección castrista con una actividad de inteligencia destinada a entorpecer el suministro de armas al régimen de Batista.


Con fotos falsas, que en realidad son ensamblajes de repuestos para aspiradoras, el protagonista de "Nuestro agente en La Habana" hace creer al M16 en la existencia de armas y edificios militares en Cuba ¿Recuerdan algo?

Fue en este momento cuando reunió las ideas para Il nuestro agente en La Habana, que en realidad tiene lugar en el último período del régimen de Batista. El protagonista es James Wormold (viejo gusano), un vendedor de aspiradoras hambriento de dinero y seducido por la vida nocturna de la capital cubana. El MI6 alista al hombre en algún tipo de contrato de comisión. Cuanta más información recopilara y pasara a los servicios, más crecería su salario.

Bajo este incentivo, Wormold estableció un sistema de noticias falsas que sería la envidia de los piratas informáticos rusos. Pretendía haber construido una red de agentes que produjeron una montaña de información, naturalmente producto de la imaginación salvaje de Wormold, para deleite de los idiotas útiles del MI6 en Londres. Zen fue alcanzado por una serie de informes de extraños movimientos en las montañas.

Una información válidamente sustentada por una serie de improbables fotografías aéreas que mostraban extraños constructos. En realidad eran construcciones artificiales ensambladas por el propio Wormold con los repuestos de las aspiradoras. Eventualmente, el "viejo gusano" quedó expuesto, pero tal fue la vergüenza del M16 que, en lugar de ser castigado, el narrador recibió un elogio, un ascenso y se casó con el agente que el MI6 había enviado a Cuba para espiarlo.

Un paradigma perfecto para el arte narrativo.

Graham Green, el clarividente

En su libro sobre la obra maestra de Graham Green, Christopher Hull muestra que el escritor, además de usar su experiencia de inteligencia para ridiculizar las actividades de inteligencia de la Guerra Fría, muestra una veta singularmente profética con respecto a la crisis de los misiles cubanos de 1962.

De hecho, la crisis estalló cuando un vuelo de reconocimiento estadounidense detectó edificios en la isla que parecían sitios de misiles. Una coincidencia entre la novela de Green y la realidad histórica que nos deja bastante atónitos. Hull también encuentra la "clarividencia" de Greene en el caso de la evidencia inventada de las armas de destrucción masiva de Saddam en las que se basó la narrativa de la invasión de Irak en 2003. Otra narrativa.

La mentira de la literatura también puede funcionar a la inversa, como precuela de la realidad.

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