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Grecia no es Argentina: el default asusta a los griegos y al euro pero no a las grandes finanzas

El capitalismo de renta, la corrupción, la evasión fiscal y el fraude presupuestario a expensas de la UE están en la raíz del drama griego que pone en juego el destino del euro – Solo se beneficiaría el oligopolio financiero global de los grandes y sin escrúpulos bancos de negocios internacionales del default y sus efectos en Europa.

Grecia no es Argentina: el default asusta a los griegos y al euro pero no a las grandes finanzas

Las noticias que llegan desde Grecia alarman a la gente de a pie y tranquilizan al oligopolio financiero global en su ensayo general destinado a comprobar qué consecuencias tendrá el default del Tratado de Mastrich. Grecia se presta bien a esta operación de “estudio de caso”.

Es una nación con una antiquísima democracia con sufragio universal y una formidable subordinación de la economía a la política no virtuosa: tras la caída del Imperio Otomano en esas tierras, en las primeras décadas del siglo XIX, una muy extensa democracia campesina nació debido a la proliferación de la propiedad privada entre millones de nuevos pequeños propietarios que tomaron posesión de las tierras estatales (el modelo otomano reservaba la propiedad de la tierra solo al estado y prohibía la propiedad privada de la misma) a través de la mediación electoral: tantos votos tantas hectáreas.

De aquella precoz democracia campesina surgió ya en las últimas décadas del siglo XIX una estructura patronal muy extensa dominada por unas pocas familias numerosas que de hecho se han transmitido el poder entre sí hasta hoy: Papandreu y Karamanlis docet. El clientelismo de masas se enquista en el estatismo de masas y, tras la guerra civil anticomunista de 1945-1949 (ante la rebelión contra Stalin del comunista griego Titos y la consecuente represión greco-norteamericana), con la entrada de Grecia en el Nace con una función antisoviética, gracias a la creación de un "capitalismo rentista" (capitalismo basado en la renta de la tierra) con una estructura ejemplar.

Se basaba y se basa en la pura renta de la tierra, es decir, multiplicando por mil la renta agrícola, transformándola en bienes raíces. Las clases económicamente dominadas siempre han vivido en el exterior, ondeando, como sus barcos, banderas de Londres o de Panamá. En las últimas décadas las divisas sostuvieron el inmenso gasto público gracias al turismo, uniendo así esa riqueza octroyé con las remesas de los emigrantes que, tras décadas de privaciones, ahora destrozan el Egeo a golpes de vertidos contaminantes y purulentos.

Por encima de todo domina una economía sumergida que parece alcanzar el 50% del PIB y una de las organizaciones más refinadas de la corrupción institucionalizada, como confirma la estafa bipartidista perpetrada durante más de diez años por Grecia contra la UE y por tanto de todos los europeos. ¿Alguien se dio cuenta? ¿Dónde estaban los diligentes comisarios europeos? EL drama histórico se consume en tragedia cuando se piensa que este sistema social ha impedido durante décadas a Turquía con su poder de veto ser parte de Europa, oponiéndose a ella en todos los sentidos, incluso en la fuerza del imperturbable nacionalismo atatürquiano (el caso de Chipre para ejemplo).

Grecia, con su ingreso al euro, nunca ha cambiado sus características estructurales de "capitalismo rentista" a una corrupción y evasión muy fuertes: sin embargo, entró al euro con protestas mucho menos vehementes por parte de Alemania que las manifestadas contra Italia. Grecia es una nación demasiado pequeña para preocuparse: su PIB es una gota en el océano europeo y su riqueza está en todo el mundo (la revista más hermosa sobre Grecia se publica en Nueva York y se llama “Ellenic Diaspora”).

El incumplimiento, si llega, reducirá el pavimento y hará sufrir a la gran mayoría de los griegos, todos los cuales viven como empleados estatales o jubilados, con -todos- uno o más trabajos ilegales... Y por lo tanto, quizás, el sufrimiento será menos de lo que pensamos. Y el oligopolio financiero global sacará lecciones muy peligrosas para España e Italia… y Portugal.

Escuché que comparan a Grecia con Argentina. Nunca hubo una comparación más absurda. Es cierto que el arte de la comparación se da cuando se comparan cosas y fenómenos disímiles y no similares, pero si la comparación es para enseñar el futuro, el argentino, después del default, es todo diferente de lo que podría ser el de un default griego. . En primer lugar, la Argentina estaba enormemente más atada al mercado mundial que lo que estaba y sigue estando Grecia: las inversiones extranjeras directas en la Argentina fueron el elemento básico de las privatizaciones argentinas sin liberalizaciones (modelo Prodi & Company) y por ende los vínculos de la Argentina con el mundo. el oligopolio financiero era muy denso y no asfixiado como el griego (algunos bancos franceses y alemanes y unos centavos de inversiones extranjeras).

Y otra vez: el pueblo argentino tiene una historia de heroica resiliencia a las crisis que dura cerca de dos siglos y que recientemente dio vida a una extraordinaria actividad social cooperativa, mutualista, sin fines de lucro, de la que nunca ha quedado rastro en Grecia. Además, Argentina salió del default con crecimiento gracias a sus inmensos recursos naturales y al siempre alto precio que tienen los commodities agroindustriales desde hace algunos años.

La única similitud es la debilidad política de ambos países: la Argentina ha caído en manos de un neoperonismo de increíble fuerza y ​​poder destructivo. Después de todo, lo mismo ocurre con las formidables máquinas de clientelismo de los partidos griegos: los partidos socialistas y nacionaldemócratas ya en los años cincuenta del siglo XX atrajeron la atención del padre de la ciencia política post-Moscú y Pareto: Maurice Duverger, quien describió sus rasgos con inconmensurables heurísticas de poder: partidos institucionalmente débiles pero clientelistas muy fuertes... como en Italia... ¡ay! ¿Dirá algo?

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