La primera ministra australiana, Julia Gillard, dijo: 'Todavía podemos ser un país que hace cosas. Pero tenemos que hacerlo de diferentes maneras". La declaración es un poco críptica pero, al interpretarla, significa que uno reconoce el efecto devastador de los altos A$ en la competitividad del país. En comparación con principios de 2009, el dólar australiano ganó un 57 % frente al dólar estadounidense y un 55 % frente al euro, destruyendo así la competitividad de los precios del Made in Australia. Hablamos del sector manufacturero, ya de por sí pequeño, porque para el otro sector industrial, el minero, la cosa está en auge, dada la voracidad de materias primas en Asia y la inmensa disponibilidad de estos materiales en el continente australiano.
Australia va a sufrir una variedad antípoda de la 'maldición de los recursos', la enfermedad que han identificado los economistas y que afecta a los países ricos en materias primas: la explotación intensa lleva a asignar recursos a la extracción, las entradas de capital por inversión en minería y el empuje de las ganancias de exportación el tipo de cambio sube y asfixia a la industria no minera, que pierde competitividad.
