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Groenlandia es la manzana de la discordia entre China y EE.UU.

A China le gustaría tener en sus manos Groenlandia, un tesoro de recursos minerales, a través de inversiones masivas, la construcción de tres aeropuertos importantes y la adquisición de una base marítima. Pero Dinamarca no está allí y a EE. UU. no le gustan los proyectos expansionistas chinos.

Groenlandia es la manzana de la discordia entre China y EE.UU.

¿Quién hubiera pensado que el próximo campo de batalla entre EE. UU. y China (con Dinamarca como apoyo) sería Groenlandia? La isla más grande del mundo, cuyo nombre significa "tierra verde" (aunque en realidad hay muy poco verde, dado que el 80% de la superficie está cubierta por hielo perenne), tiene solo 55 habitantes (casi todos de etnia inuit, solo el 10% de origen danés) de los cuales 18 en la capital Nuuk: geográficamente forma parte de América, aunque desde 1953 pertenece oficialmente a Dinamarca. Pero ahora es Pekín la que quiere poner sus manos en este rico en minerales y tierras raras: el proyecto pertenece al mucho más extenso de la moderna "Ruta de la Seda", una estrategia comercial lanzada por China en 2013 para incrementar el comercio con otros países a través de inversiones y la construcción de nuevas infraestructuras masivas. El ambicioso diseño de Beijing consiste en un "cinturón" terrestre (que idealmente une China con Venecia, siguiendo la antigua ruta de Marco Polo) y una ruta marítima. Groenlandia obviamente sería parte del marítimo y según algunas estimaciones al menos 68 países, el 65% de la población mundial y el 40% del PIB global estarán involucrados.

El proyecto maxi se confiaría en particular a gigantesca empresa estatal China Communications Construction Company Ltd. (CCCC), que quiere empezar con la ampliación de tres aeropuertos de la isla, Nuuk, Ilulissat y Qaqortoq, para una inversión de 3,6 millones de coronas danesas (483 millones de euros). En mayo, por primera vez, CCCC fue admitida de forma anticipada a un concurso público, junto a otras cinco empresas occidentales, precisamente para este proyecto aeroportuario estratégico para el camino de Groenlandia hacia la independencia. Sin embargo, no solo hay aeropuertos: en Kanglilinnguit, en el sur del país, China quería adquirir una base marítima clausurada, pero el gobierno danés se opuso. Sí, porque las maniobras de Pekín no van a ser del agrado de quienes desde hace años tienen intereses estratégicos en esa isla: Dinamarca, que allí ejerce el poder político, pero sobre todo Estados Unidos, que tiene una importante base de radares en Groenlandia desde 1951, parte de su escudo antimisiles, mientras que Canadá opera actualmente la única mina activa en la isla, de la que extrae rubíes y zafiros.

De hecho, el partido no es sólo infraestructural. Groenlandia es un tesoro de recursos minerales: hay depósitos de uranio, tierras raras, oro, hierro, níquel, zinc. En parte, China ya ha entrado en este juego: la empresa Shenghe Resources posee desde 2017 el 12,5% de un proyecto de extracción de uranio y tierras raras en Kvanefjeldet, que podría convertirse en la segunda mina de tierras raras más grande del mundo. Si Shenghe llegara a controlar el 60%, China adquiriría el dominio de la explotación de estos minerales. Los cuales, no un pequeño detalle, son cruciales para la construcción de los smartphones.

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