Por defecto sí, por defecto no. Entre las muchas opiniones encontradas sobre el caso de Grecia, el choque más encarnizado de los últimos días es el que mantienen las agencias de calificación y la Asociación Internacional de Swaps y Derivados (ISDA), el organismo internacional que representa a las entidades financieras emisoras de CDS. Los primeros, como es costumbre, no hacen descuentos.
Tras la publicación del plan establecido por los países de la Eurozona para salvar Atenas, en el que también participan particulares, el pasado viernes Fitch había amenazado con rebajar los bonos del Estado griego, equiparando la renovación y ampliación de bonos con una declaración de insolvencia. Hoy, sin embargo, ha sido el turno de Moody's, que sin demasiadas palabras rebajó la calificación griega de Caa1 a Ca, solo un escalón por encima del nivel predeterminado.
Del otro lado de la valla está ISDA, que no considera las medidas establecidas en Bruselas como causas inevitables de impago. Y no debería sorprendernos: si Atenas realmente quebrara, se desencadenaría una lluvia de compensaciones a pagar en los credit default swaps, títulos de seguros que cubren precisamente el riesgo de insolvencia. Según datos de Depository, Trust and Clearing Corporation (actualizados a 15 de julio), están en juego 3,24 millones de euros.
En resumen, Isda se encuentra ahora en una situación desesperada. Para aliviar la presión, un portavoz de la institución dijo que el plan para salvar a Grecia establecido por la Eurozona "no parece contener ningún elemento capaz de involucrar al CDS". En cuanto a la participación de particulares, “en la medida en que sea voluntaria, no debe desencadenar el CDS”. En cualquier caso, ISDA señaló que por el momento el nuevo plan se mantiene a nivel de propuesta, y que comentará oficialmente sus implicaciones solo cuando haya sido adoptado formalmente”.
