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Buena economía, las recetas anticrisis

La cuestión más importante a la que nos enfrentamos es la de la falta de aumento de la productividad en los últimos diez años. No hay que olvidar que, si queremos intervenir de forma eficaz en el crecimiento, tenemos que abordar los problemas de la economía y aquellos del estado del bienestar juntos.

Buena economía, las recetas anticrisis

La larga temporada de reafirmación del papel del mercado ciertamente no puede decirse que haya terminado. Hoy, sin embargo, constatamos que las políticas de liberalización y de austeridad presupuestaria que han marcado la actuación de los gobiernos europeos y de las instituciones internacionales en los últimos años son incapaces de superar la crisis.

Por otro lado, todos somos conscientes de los límites que encuentran las políticas keynesianas ante la elevada deuda pública y los enormes déficits presupuestarios de las principales economías del mundo. Todos estamos buscando una nueva forma de lograr el desarrollo que todos reconocen como la forma más eficaz de combatir la crisis. el enfoque de buena economia sugiere que, en un contexto como el que se produjo tras el gran desplazamiento de la riqueza de los países avanzados a los emergentes y el fuerte cambio en la distribución de la renta que siguió, no se puede dejar de mirar políticas orientadas a un horizonte de largo plazo.

Es necesario partir de la idea de que lo que estamos viviendo es un período de cambio estructural más que una fase cíclica de la economía. Todavía seguimos hablando de medidas para salir de la recesión pero sucede que expansión y recesión señalan fases de un ciclo que en realidad no observamos dado que, al menos desde 2008, la economía atraviesa una fase de estancamiento. .

Por lo tanto, es necesario tomar nota de los cambios que se han producido y comenzar de inmediato un programa que dé indicaciones precisas de las fases en las que se desarrolla a lo largo de los años.

El momento de las intervenciones directas para enfrentar la emergencia está bien representado por lo que el gobierno de Monti ha hecho y está haciendo con mucha eficacia. El problema más importante al que nos enfrentamos es el de la falta de crecimiento de la productividad en los últimos diez años. Sólo si somos capaces de intervenir sobre las causas que han ralentizado la productividad podremos superar el problema de la deuda y el déficit público. No hay que olvidar que, si queremos intervenir de manera efectiva en el crecimiento, debemos abordar juntos los problemas de la economía y los del estado del bienestar.

Las fuertes desigualdades de ingresos, el aumento de la pobreza y el preocupante aumento del desempleo juvenil colocan en el centro de atención el tema de la justicia y la cohesión social como condición previa para el desarrollo. Esto no es sólo un problema italiano. Y no sólo europea tampoco.

El premio Nobel Stiglitz señaló que en Estados Unidos el 1% de la población posee el 40% de la riqueza y ese mismo 1% recibe el 25% de los ingresos totales producidos cada año. No hace falta decir que el propio mecanismo de crecimiento crea desigualdades y que, dentro de ciertos límites, ayudan al desarrollo.

La cuestión a abordar es evitar que las desigualdades se conviertan en un límite para el desarrollo. Allá buena economia sugiere aumentar la inclusión y la movilidad social, a través de la inversión en capital humano, creatividad e innovación. Es una elección que, aunque lleve mucho tiempo, debe iniciarse inmediatamente, indicando las fases en las que se lleva a cabo. La posición de Europa y de nuestro país en un contexto internacional en el que es necesario competir, a través de un capital humano especialmente cualificado, así como la necesidad de llevar rápidamente a los jóvenes a la posición de trabajadores por cuenta ajena para evitar el despilfarro de recursos que hoy está vinculado a la alta tasa de desempleo juvenil, requiere intervenciones en los sistemas de formación y educación el bienestar de tu ave que van de la mano de una política industrial orientada en la misma dirección.

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