El declive demográfico de Japón afecta en primer lugar al campo, que está perdiendo habitantes a un ritmo impresionante. Para revertir, o al menos frenar, la tendencia, las autoridades de la ciudad de un pequeño pueblo, Mishima, en la prefectura de Miyagi, consideraron adecuado darle una vaca a cualquiera que se mudara a vivir a la aldea. En el caso de que la vaca no sea especialmente codiciada, también se ha contemplado una alternativa monetaria de 500 yenes. El caso de Mishima no es aislado: aldeas y pequeños centros urbanos repartidos por casi todo Japón compiten por atraer nuevos residentes.
Hida, por ejemplo, ubicada en la parte central de la isla de Honshu, promete a los nuevos ciudadanos una donación anual de 60 kilos de arroz durante una década, mientras que Nikaho, ubicada más al norte, dispensa entradas gratuitas a las aguas termales locales. Pero también los hay que ofrecen comidas gratis en los comedores escolares y seguro médico. Sin embargo, todos estos esfuerzos no están dando los frutos deseados y el agotamiento demográfico del campo parece imparable.
El desequilibrio en la densidad de población es, por tanto, un nuevo problema que se suma a los que ya aquejan a Japón en el terreno demográfico: el marcado envejecimiento de la población y una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. "El país está perdiendo el equilibrio", dijo Hiroya Masuda, ex ministro del Interior, "y si Tokio está superpoblada más allá de toda tolerancia, el campo está prácticamente desierto".
“El gobierno”, responde Yoshihide Suga, jefe de la secretaría del gabinete, “es muy consciente del daño que le ocasiona al país la falta de población adecuada en el campo. Crear asentamientos estables y sustanciales en las zonas rurales es una prioridad para nuestra administración”. A pesar de las buenas intenciones del gobierno, sin embargo, el problema parece difícil de resolver en un contexto nacional donde el colapso demográfico promete ser realmente impresionante: en los próximos 40 años se espera que los actuales 127 millones de japoneses se reduzcan a no más. que 86.
