comparte

Gas: Alemania paga a Putin la factura para salvar a Uniper y evitar un crack al estilo Lehman Brothers

Alemania utilizará 9 millones de euros de fondos públicos para rescatar al gigante del gas Uniper y, mientras tanto, Berlín paga en rublos los suministros que siguen llegando de Rusia.

Gas: Alemania paga a Putin la factura para salvar a Uniper y evitar un crack al estilo Lehman Brothers

El Parlamento alemán se prepara para votar en estos días la intervención pública más exigente desde los días de la crisis bancaria de 2008/09 con un objetivo explícito: evitar una energía Lehman Brothers. El primer movimiento se referirá a la ahorro de Uniper, uno de los mayores importadores y distribuidores de gas de Europa, puesto de rodillas por el corte de suministro de Gazprom y la simultánea subida de precios en el mercado libre que no puede repercutir a los usuarios finales en base a los contratos vigentes.

Gas y petróleo: ahorrar Uniper corre el riesgo de no ser suficiente

Gracias a la aprobación de la ley (en tiempo récord), el gobierno podrá intervenir el capital de Uniper con una inyección de capital del orden de 9 millones de euros. Pero el sacrificio financiero causado por la cortar el suministro a través del oleoducto Nord Stream corre el riesgo de no quedar aislado. Ayer un tribunal ruso ordenó la suspensión por 30 días de la suministros de aceite del Caspian Pipeline Consortium (CPC), la empresa que gestiona los flujos que llegan desde los campos de Kazajstán. Una disposición técnica que permite a Putin asestar un nuevo golpe al sistema energético europeo sin ceder ni una sola gota de crudo.

Peor aún, el próximo 11 de julio Rusia cerrará los grifos del Nordstream 1, el gasoducto que conduce a Alemania, durante diez días de mantenimiento programado. En el pasado, esto no fue un evento, ya que Gazprom desvió los flujos a los oleoductos ucranianos. Hoy en día, hay buenas razones para temer que el reinicio del flujo no se produzca o que Moscú lo sofoque aún más, quizás porque las sanciones occidentales impiden reparaciones vitales en las estaciones de bombeo y los compresores.

Alemania obedece a Putin, pero se prepara para prescindir de él

En resumen, Putin tiene las cartas para chantajear a Europa, empezando por Alemania, el primer cliente de gas que se ha visto obligado a reponer las arcas de Moscú, cediendo también al dictado de pagar los suministros, aunque reducidos, en rublos. Berlín está amargada, pero no se queda de brazos cruzados: el viernes el Bundestag aprobará otra medida para acelerar la producción a partir de fuentes renovables que, en 2030, deberá suministrar el 80% de la energía. Mientras tanto, está hecho terminal de regasificación de compras y, a pesar de los escrúpulos "verdes", la plantas de carbón.

El primer déficit comercial en más de 30 años

Pero el choque energético marcó, no obstante, el final de una era, más política que económica. Y las consecuencias están destinadas a afectar al equilibrio económico y financiero de la UE, como ya ha demostrado la noticia, hasta hace unos meses menos creíble que una broma de April Fool, de la primer déficit comercial alemán durante más de treinta años, el primer fruto envenenado delincremento en la factura de la luz que alimenta inflación.

El fin de la BundesRepublik

Por supuesto, Alemania no es la única que sufre las consecuencias de los altos precios de la energía. Pero el poder alemán es sin duda la primera víctima de la fin de la globalización tal como ha madurado en las últimas dos décadas, las del liderazgo en los intercambios de República Federal de Alemania, crecido gracias a la combinación de al menos tres factores: energía a bajo precio, garantizada por Rusia, las salidas comerciales e industriales prácticamente infinitas gracias a la asociación con China, una organización industrial basada en la excelencia logística que ha permitido la creación de un satélite red de la industria alemana es de escala mundial.

Estos tres factores entraron en crisis casi simultáneamente, anulando el entramado de relaciones y acuerdos desarrollado por Angela Merkel y su excolega de gobierno, el socialdemócrata Gerhard Schroeder, ya al frente del gasoducto NorthStream 2, que debía permitir el paso del gas ruso llegar a Alemania por mar sin pasar por los países bálticos.

Acción “concertada” al estilo alemán

En definitiva, una tormenta perfecta, destinada a producir sus efectos en campos aparentemente distantes, incluidas las opciones de política monetaria. A diferencia de Lehman Brothers, esta vez la solución no puede limitarse a la austeridad monetaria.

Pero Alemania tiene un as bajo la manga: la capacidad de diálogo, incluso de concertación, entre los distintos interlocutores sociales. Berlín ha desempolvado una herramienta utilizada en otras fases difíciles del siglo pasado”,acción concertada”. de hecho un mesa de trabajo que reúne a funcionarios de gobierno, empresarios, sindicatos, economistas, profesores universitarios y el gobernador del Bundesbank para debatir de manera informal la situación provocada por los altos precios y las posibles soluciones para desactivar la bomba social. Los protagonistas cambian, pero la sustancia permanece.

El 21 de junio, el ministro de Industria, el verde Robert Habeck, se dirigió así a la asamblea de Confindustria al otro lado del Rin: “Cuando entré en el gobierno, impulsé una reunión con los responsables de las empresas que cotizan en el índice Dax. En aquella ocasión, uno de los directivos más importantes me dijo que, si nos hubiésemos conocido cinco años antes, me habría pedido que me ocupara de mis propios asuntos, es decir, que no me entrometiera en la dirección de las empresas. Hoy, sin embargo, el juego ha cambiado profundamente. Debemos marchar juntos". “Estamos con ustedes”, respondió Martin Brudenmuller, CEO de Basf, que es la mayor empresa química que ya se dedica a la transformación de sus enormes plantas. No es una alianza de conveniencia, sino el fruto de un camino virtuoso, que comenzó en Baden Wuttemberg, la tierra de Porsche y Mercedes, donde el gobierno verde ha favorecido por todos los medios la introducción del coche eléctrico.

No se excluye, por tanto, que el chantaje de Putin se traduzca en una gran ayuda a la transición de la industria alemana y, por extensión, europea. Pero mientras tanto habrá sufrimiento.

Revisión