Sale Fernando Alonso y entra Sebastian Vettel. Hace tiempo que se sabe, pero recién hoy se hace oficial la noticia: las puertas correderas se abrirán en Maranello y, a partir del próximo año, el piloto asturiano ya no conducirá un Ferrari. En su lugar estará el cuatro veces campeón del mundo Vettel, que intentará revivir las glorias del último gran alemán de rojo, Michael Schumacher.
El anuncio de la empresa de Maranello fue escueto pero sentido, escueto pero emotivo: “La Scuderia Ferrari y Fernando Alonso anuncian que han rescindido de forma consensuada su relación de colaboración técnico-competitiva -se lee en la nota del Cavallino- al término de un quinquenio en el que hasta la fecha le ha permitido conquistar 1186 puntos, 44 podios y 11 victorias” . Para el asturiano, además de los acostumbrados agradecimientos, se habla de un "lugar de honor en la historia de Ferrari".
Así termina una aventura llena de altibajos y con un final amargo. En sus cinco años con Ferrari, Alonso acumuló tres segundos puestos en la clasificación de Pilotos, dos de los cuales en la cuerda floja. Unos pocos detalles, una curva más ancha o más estrecha, y se habría proclamado campeón, inscribiendo su nombre en el cuadro de honor junto al del equipo de Maranello.
Sin embargo, el asturiano, al final, se va con las manos vacías, con la desagradable sensación de haber hecho lo mejor que pudo y que lo mejor no fue suficiente. Los rivales son demasiado fuertes (el Vettel caníbal de los primeros cuatro años, los Mercedes de Rosberg y Hamilton este año), Ferrari demasiado débil (lento, torpe), especialmente en los dos últimos años. Un período de dos años que inevitablemente terminó por ensuciar una historia que comenzó con supuestos y proclamas muy diferentes.
Una puerta se cierra y otra se abre: la próxima casa del bicampeón del mundo (en 2005 y 2006, con Renault) será McLaren, donde vivió un año de diferencia en casa en 2007 (cuando, sin embargo, aún se hablaba sobre McLaren-Mercedes). En Maranello y alrededores, todas las miradas estarán puestas en su sucesor Sebastian Vettel que, tras cuatro años de caníbal con un coche infinitamente mejor que los demás, deberá disipar las primeras nubarrones que han aparecido sobre él.
