El partido "Libertad y Justicia", ala política de los Hermanos Musulmanes, obtuvo casi la mitad de los escaños del Parlamento (44%) en las primeras elecciones libres tras treinta años de dictadura. Y no perdió el tiempo. El ministro de Finanzas, Mumtaz al Said, dijo que Egipto acordó un préstamo de 3,2 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. -a pesar de que hace menos de un año el país se había opuesto a cualquier tipo de ayuda financiera- y que la firma se hará a fines de marzo. También hoy, el jefe de la unidad de asistencia macrofinanciera de la Comisión Europea, Heliodoro Temprano Arroyo, dijo que La UE estudia un préstamo de 500 millones de euros para El Cairo, pero solo después de ver la firma del contrato con el FMI.
"Los 3,2 millones los otorgará el Fondo Monetario con un interés del 1,2%“, agregó el ministro al Said, y será donado en tres tramos. Para completar el trabajo, se podrían agregar fondos de Europa, quizás como último recurso.
Sin embargo, Egipto siempre se ha opuesto a atar sus brazos a las instituciones internacionales. Muchos ciudadanos ven las medidas económicas tomadas en los últimos años, más que las reformas estructurales, como estratagemas que han aumentado la cartera de muchos, empeorando la situación de los más pobres.
Fortalecidos por muchos años de trabajo en la zona y asistencia a la población, los Hermanos Musulmanes han decidido convertirlos en la causa de muchos egipcios. Su prioridad es darle un giro económico al país. Egipto está en crisis desde el comienzo de los disturbios: el déficit público alcanzó los 24 millones de dólares mientras que las reservas internacionales cayeron a 13,6 millones de dólares desde los 43,7 millones de 2010.
La economía es, por tanto, el nuevo campo de batalla de los Hermanos Musulmanes, que hasta el año pasado era una organización cerrada, reaccionaria y conservadora, que ensalzaba las conspiraciones sionistas y acusaba a los empresarios de introducir la perversión en el país a través de extranjeras en bikini. Hoy la religión ha pasado a un segundo plano. Solo queda esperar que el giro hacia el pragmatismo no sea igualmente fundamentalista.
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