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Editorial y Arte – Renacimiento de Venecia visto por Aldo Manuzio

La exposición, a través de obras maestras absolutas de Giorgione, Carpaccio, Giovanni Bellini, Cima da Conegliano, Tiziano, Lorenzo Lotto, Pietro Lombardo, cuenta cómo el proyecto de Aldo y sus preciosos libros se entrelazaron en Venecia con un nuevo arte, nutrido por la publicación de los griegos y clásicos latinos.

Editorial y Arte – Renacimiento de Venecia visto por Aldo Manuzio

Hasta el 19 de junio de 2016, a las Galerías de la Academia, la exposición Aldo Manucio. El Renacimiento de Venecia, comisariada por Guido Beltramini, Davide Gasparotto, Giulio Manieri Elia, recorre, a través de más de cien obras de arte prestadas por los principales museos italianos y extranjeros, y más de treinta ediciones muy raras impresas entre finales del siglo XV y el primeros años del siglo XVI, una época única e irrepetible en la historia de la cultura europea y occidental. Una verdadera Edad de Oro, durante la cual el libro demostró ser capaz de transformar el mundo, dando vida al Renacimiento de Venecia, una ciudad efervescente –superaba los 150 habitantes y en el siglo XVI figuraba entre las más ricas y pobladas del continente– donde todo tipo de lenguaje artístico logra, en el espacio de algunas décadas, encontrar su expresión más efectiva.

Es en este período histórico que Venecia conquista y afirma definitivamente su papel de bisagra entre Oriente y Occidente, pasando de ser una simple plataforma de intercambios comerciales a un lugar donde se mezclan culturas, tradiciones y saberes. Una riqueza de ideas verdaderamente extraordinaria, representada en la exposición por una gran variedad de lenguajes expresivos: pintura, escultura, grabado, arte suntuario, cartografía. Llegando naturalmente a la imprenta, con algunos de los ejemplares más preciados atribuidos a la actividad de Aldus Manuzio, como las ediciones finamente iluminadas que llegan de Manchester o el rarísimo Aristóteles de 1496 cedido por las colecciones del Escorial.
Aprovechando la impresionante red logística disponible solo para una ciudad mercantil como Venecia, Manuzio logró imaginar e implementar su extraordinario programa que por primera vez preveía hacer de los grandes clásicos de la cultura griega, desde Homero a Aristóteles, de Sófocles a Eurípides a Tucídides, para luego recoger los textos latinos de Virgilio a Cicerón, de Horacio a Ovidio, a Catulo, a Propercio, Lucrecio, Juvenal, Marcial, y nuevamente judíos e italianos de la nueva literatura vernácula.

Precisamente gracias a Manuzio y su colaboración con Pietro Bembo, la lengua vernácula se consagró, junto con el latín, como la lengua de la contemporaneidad en toda Europa, confirmándose como tal según el canon que eligió como modelos a Dante, Petrarca y Boccaccio.
La circulación de este patrimonio de textos e ideas no sólo contribuyó a la creación de una cultura europea común, capaz de integrar el ámbito grecorromano clásico con el mundo moderno y contemporáneo, sino que también favoreció la aparición de temas y motivos absolutamente nuevos en el campo de las artes figurativas; maestros como Giovanni Bellini, Cima da Conegliano, Jacopo de' Barbari se inspiraron decisivamente en los textos del clasicismo griego y latino, ahora finalmente utilizables fácilmente incluso por un público lego.
Tras el redescubrimiento de la poesía griega y latina, la pintura también mira ahora de nuevo a la naturaleza: habiendo abandonado las sugerencias medievales que representaban una naturaleza hostil, dura, poblada de bestias feroces, el arte se abre a una representación del paisaje entendido como cuna de civilización, como un paraíso terrenal en el que el hombre está destinado a vivir.
La exposición da testimonio de este paso por los paisajes muy modernos de Giorgione, los dibujos del joven Tiziano, los grabados de Giulio Campagnola, los pequeños bronces de Andrea Briosco.

Un apartado importante del itinerario expositivo está dedicado a la intensa relación que unía a Aldo con la cultura del norte de Europa y con Erasmo de Rotterdam. El filósofo holandés –que residió en Venecia para publicar la nueva y definitiva edición de su Adagia, invitado por la familia de Manucio durante casi un año– además de apreciar el cuidado de las ediciones de Aldine, consideró que era de fundamental importancia para la circulación de su pensamiento por toda Europa, que sus obras fueron impresas por Manutio. La relación de estima entre ambos queda simbolizada, en la exposición, por la presencia del ejemplar del Poeti Cristiani impreso por Aldo en 1504 y que perteneció al propio Erasmo.
La exposición no deja de proponer otros tesoros de gran valor cultural: como la Hypnerotomachia Poliphili, el libro ilustrado más famoso y refinado de Aldo Manuzio con imaginativas xilografías quizás preparadas a partir de un diseño del miniaturista Benedetto Bordon; pero sobre todo uno de los dos únicos ejemplos que quedan en el mundo de aldina sin recortar tras su impresión. Un libro de inestimable valor histórico (un Eurípides propiedad de la Morgan Library de Nueva York, expuesto por primera vez en Europa) capaz de demostrar en su pureza y linealidad la idea de armonía y el sentido de la composición que Aldo tenía al diseñar. la arquitectura gráfica de las distintas páginas, antes de que éstas acabaran siendo reenmarcadas por las carpetas. Es precisamente esta pieza la que destaca la cultura refinada de Manuzio, su conocimiento de las teorías de la perspectiva canonizadas por Luca Pacioli y que se convirtió en la clave para rediseñar el mundo durante el Renacimiento.

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