comparte

Vida útil y sostenibilidad de las pensiones: lo que dicen los actuarios

ESTUDIO DEL CONSEJO NACIONAL DE ACTUARIOS sobre pensiones de vejez, invalidez y sobrevivencia

Vida útil y sostenibilidad de las pensiones: lo que dicen los actuarios

Las tendencias en la esperanza de vida de los pensionistas tienen un impacto directo en el gasto en pensiones. La atención al equilibrio financiero y actuarial de largo plazo de las instituciones de seguridad social y a la evolución de la esperanza de vida -a partir de la cual se calculan los mismos requisitos de pensión y coeficientes de transformación previstos en los principales sistemas que adoptan el método contributivo- requiere la disponibilidad de análisis detallados sobre la tendencia de la vida útil de los beneficiarios colectivos específicos de los beneficios de pensiones, que se agregarán a los datos sobre la población general ya disponibles de Istat.

Por lo tanto, el seguimiento del fenómeno es útil para perseguir el objetivo de controlar el equilibrio entre la vida útil implícita en los servicios prestados y la real. Los supuestos mencionados llevaron a los órganos de la profesión actuarial a reiterar el estudio iniciado de manera experimental en 2008 (ver ANIA-INPS-Orden Nacional de Actuarios) y repetido de manera más estructural en 2012 (ver Orden Nacional de Actuarios), con el fin de actualizar los análisis sobre la evolución de la mortalidad de los pensionistas y las rentas vitalicias en Italia, y los escenarios sobre las tendencias futuras de su vida útil.

El nuevo estudio consiste en análisis de datos sobre los diferentes tipos de beneficiarios de rentas vitalicias desembolsadas por las instituciones de seguridad social (vejez, invalidez y sobrevivientes). En particular:
– análisis de la mortalidad y duración de la vida de los beneficiarios de pensiones de vejez, sobrevivencia e invalidez desembolsadas en el período 1980-2012;
– análisis de los diferenciales de mortalidad entre los distintos grupos analizados, del efecto del importe de la renta vitalicia sobre la longevidad, de la presencia de tendencias específicas para determinadas generaciones (“efectos de cohorte”) y de las diferencias en los perceptores de rentas vitalicias de invalidez , en función del tiempo transcurrido desde que se produjo el hecho que dio lugar al pago de la renta vitalicia;
– escenarios sobre la vida útil de los jubilados hasta 2045.

En 2011, último año puesto a disposición por la mayoría de las entidades, las posiciones observadas ascendieron a 14,9 millones (en 11,4, último año registrado en el estudio anterior, fueron 2009 millones), por 190,4 millones de euros (frente a 157,1 millones registrados en 2009 en la última edición del estudio).

FIGURA 1 – TASAS PROMEDIO DE MORTALIDAD (ESCALA LOGARÍTMICA) A DISTINTAS EDADES DE LOS PENSIONADOS DE VEJEZ Y DE LA POBLACIÓN GENERAL DURANTE EL PERÍODO DE OBSERVACIÓN – análisis cabeza – hombres y mujeres, %

FIGURA 2 – PROMEDIO DE VIDA A LOS 65 AÑOS DE LOS BENEFICIARIOS DE PENSIONES DE VEJEZ DURANTE EL PERÍODO DE OBSERVACIÓN

Las siguientes cifras ilustran las razones de mortalidad promedio a varias edades registradas en el período de observación de los perceptores de rentas vitalicias de vejez y la esperanza de vida a los 65 años de los grupos individuales de perceptores, para los años puestos a disposición por las respectivas instituciones, según el análisis “por cabeza”, es decir, en función del número de rentas vitalicias eliminadas por fallecimiento frente a las rentas vitalicias expuestas al mismo riesgo.
Las pensiones de vejez contabilizadas en 2011, último año disponible, fueron de 10,2 millones, por 162,5 millones de euros (eran menos de 10 millones por 142,7 millones de euros en el estudio anterior).

Los siguientes gráficos destacan:
– valores de esperanza de vida superiores a los de la población general para todos los colectivos encuestados;
– aumento generalizado de la esperanza de vida durante el período de observación, sustancialmente en línea con la tendencia mostrada por la población general.
En relación con los colectivos individuales de destinatarios, se observa que:
– los funcionarios, médicos y abogados tienen valores más altos que la población en general;
– los autónomos quedan por encima de la población y por debajo de los colectivos mencionados anteriormente;
– los empleados privados muestran niveles inferiores al resto de colectivos, aunque constantemente superiores a los de la población general.

Las mujeres registran similitudes con los datos observados para los hombres, con tendencias más erráticas en los colectivos en los que la presencia de mujeres asalariadas es más limitada, pero confirmando una mayor longevidad para los funcionarios y valores inferiores, aunque superiores a la población, para los autónomos. -asalariados y empleados privados. En conjunto, considerando la relación promedio de los últimos diez años entre la mortalidad de los jubilados y la de la población, que se muestra en el siguiente gráfico, se evidencia que:
– el diferencial es significativo en las edades iniciales observadas, para ambos sexos, para luego tender gradualmente hacia la mortalidad de la población general en edades avanzadas;
– el diferencial calculado teniendo en cuenta, para los perceptores, la ponderación por el importe de la renta vitalicia, es decir, calculando las ratios de mortalidad como la relación entre los importes de rentas vitalicias eliminadas por fallecimiento y los importes de rentas vitalicias expuestas al mismo riesgo, es mayor para ambos sexos, con mayor selección para el macho.

FIGURA 3 – RELACIÓN PROMEDIO (ÚLTIMOS 10 AÑOS) ENTRE LA MORTALIDAD A DISTINTAS EDADES DE LOS PERCIBIDORES DE PENSIONES DE VEJEZ Y
POBLACIÓN 

Luego analizamos, en el contexto de los colectivos del INPS, los distintos períodos de vida entre los pensionistas de vejez en sentido estricto y los pensionistas de antigüedad1. El siguiente gráfico ilustra los valores a los 70 años, edad en la que está más consolidada la distinción entre los dos tipos de pensión: centrándonos en los últimos años observados, se encuentran valores más elevados para los hombres para los pensionados por antigüedad, mientras que en el caso de los hombres y las mujeres, la duración de la vida de los jubilados por vejez y antigüedad está en general en línea.

FIGURA 4 – VIDA ÚTIL A LOS 70 AÑOS DE LOS PENSIONADOS DE VEJEZ Y ANTIGÜEDAD 2000-2011

En la población y en los perceptores de pensiones de vejez se constató la presencia de un “efecto cohorte”, especialmente para los varones, es decir, una peculiar tendencia en la mortalidad de determinadas generaciones en comparación con las contiguas. En este sentido, la Fig. 5 ilustra el mapa de calor de las tasas de variación de la mortalidad poblacional (gráfico de la izquierda), ajustado con el método p-spline, luego comparado (gráfico de la derecha) con los valores correspondientes a los pensionistas, donde las áreas en amarillo y rojo indican una disminución de la mortalidad, las de color azul un aumento de la mortalidad. Es claro que las generaciones entre 1930 y 1940 de la población, por ejemplo, muestran una disminución de la mortalidad más significativa en los años a partir de 1980 que las generaciones contiguas. Una tendencia similar es confirmada, en el gráfico de la derecha, también por las tasas de variación de la mortalidad registradas para los pensionados del INPS desde 1990 en adelante, resaltadas en el recuadro.

FIGURA 5 – “MAPA DE CALOR” DE LAS TASAS DE CAMBIO ANUALES DE LA TASA DE MORTALIDAD – MASCULINA Gráfico de la izquierda: Tasas de cambio de la mortalidad de la población general 1962-2009 – edades 20-90 Gráfico de la derecha: Gráfico de la izquierda integrado en el recuadro por tasas 1991-2012 relativas a los pensionados del INPS – 60-100 años

La evidencia, sin embargo, como ya en la versión anterior del estudio, apoyó la decisión de utilizar modelos extrapolativos capaces de incorporar este efecto para la estimación de tendencias futuras en la mortalidad de los jubilados por vejez.
En cuanto a las rentas de invalidez y supervivencia, los datos son menos numerosos (en 2011 respectivamente 2,2 y 2,5 millones de unidades por 19,9 y 8,0 millones de euros de rentas pagadas), y disponibles para un número menor de años, aunque en mayor medida que en el estudio previo.

FIGURA 6 – TASAS PROMEDIO DE MUERTE (ESCALA LOGARÍTMICA) DE PERCIBIDORES DE PENSIONES DE INCAPACIDAD Y SOBREVIVENCIA Y POBLACIÓN

La Figura 6 ilustra la evolución de las tasas de mortalidad promedio observadas para los beneficiarios de pensiones de invalidez y sobrevivencia. Para los primeros, como se muestra en el gráfico anterior, existe una diferencia significativa en las edades tempranas analizadas, en términos de mayor mortalidad, tanto para hombres como para mujeres.

La figura 7 muestra la duración de la vida a los 65 años de los perceptores de rentas vitalicias de invalidez y sobrevivencia en el período observado, donde en este caso los perceptores del INAIL se consideran por separado, dada la especificidad de los beneficiarios de los servicios del Instituto.

Si bien los resultados reportados están afectados por cierta errática naturaleza, debido al bajo número de datos subyacentes, permiten identificar algunas tendencias.

Para los hombres, la esperanza de vida de los perceptores de pensiones de invalidez y sobrevivencia se encuentra siempre por debajo de los niveles alcanzados en el período por la población; para las mujeres, en cambio, en los últimos años encuestados, la esperanza de vida es sustancialmente similar a la de la población, con excepción de los perceptores de pensiones de invalidez distintos al INAIL, que muestran valores inferiores.

GRÁFICO 7 – PERCEPTORES DE PENSIÓN DE SOBREVIVENCIA E INCAPACIDAD: VIDA ÚTIL A LOS 65 AÑOS EN EL PERÍODO 2001-2011 análisis por cabezas – hombres (gráfico de la izquierda) y mujeres (gráfico de la derecha)

En cuanto al diferencial medio de mortalidad observado a distintas edades para el conjunto de los perceptores de pensiones de invalidez, el siguiente gráfico ilustra la selección media registrada en los últimos diez años disponibles. Es evidente la sobremortalidad, relevante en las edades iniciales observadas, especialmente en el sexo femenino. A edades más avanzadas, las diferencias en la mortalidad disminuyen sustancialmente a cero.

FIGURA 8 – RELACIÓN PROMEDIO (ÚLTIMOS 10 AÑOS) ENTRE MORTALIDAD DE PERCIBIDORES DE PENSIONES DE INCAPACIDAD Y POBLACIÓN

Todavía en referencia a los perceptores de pensiones de invalidez, conviene profundizar el análisis, innovador respecto a las versiones anteriores del estudio, sobre la mortalidad de los perceptores en función del tiempo transcurrido desde el hecho que motivó la prestación del tratamiento. subrayada.
Respecto de los destinatarios para los que se ha producido el evento inhabilitante por un tiempo limitado
–que se decidió fijar en dos años por conveniencia– la mortalidad es superior a la de los demás asalariados, es decir, aquellos a quienes les ha ocurrido el mismo evento durante más de dos años (cf., en la Fig. 9, la mortalidad para los grupos de beneficiarios diferenciados por sexo y por antiduración del evento incapacitante, calculada en términos de razón promedio respecto de la mortalidad de la población).

Cabe señalar que para los receptores para quienes el evento ocurrió hace menos de dos años, la mortalidad es significativamente mayor en correspondencia con las primeras edades observadas, para luego converger en niveles sustancialmente similares a los de los receptores para quienes el evento intervino por más de dos años. años alrededor de los 65 años.

FIGURA 9 – RELACIÓN PROMEDIO (ÚLTIMOS 10 AÑOS) ENTRE MORTALIDAD DE PERSONAS INVALIDADAS POR 2 AÑOS O MENOS (Y POR MÁS DE 2 AÑOS) Y POBLACIÓN

También para los perceptores de pensiones de sobrevivencia se determinó la razón promedio de la mortalidad promedio observada en los últimos 10 años con respecto a la población general (ver Fig. 10).

FIGURA 10 – RELACIÓN PROMEDIO (ÚLTIMOS 10 AÑOS) ENTRE LA MORTALIDAD DE LOS PERCIBIDORES DE PENSIONES DE SOBREVIVENCIA Y LA POBLACIÓN

La diferencia es significativa en las edades iniciales observadas, donde los supervivientes registran una mortalidad superior a la de la población, para luego converger en torno a los 80-85 años.
No fue posible, a diferencia de la versión anterior del estudio, disponer de datos significativos sobre los perceptores de pensiones complementarias o rentas vitalicias complementarias.

La última parte del estudio se refiere a los escenarios desarrollados sobre las posibles tendencias futuras de la mortalidad y la esperanza de vida de los beneficiarios de pensiones de vejez hasta 2045. Los escenarios se desarrollaron sobre los grupos más representativos (empleados privados del INPS, trabajadores por cuenta propia del INPS y los total de los dos), seleccionados en virtud del mayor número, disponibilidad de datos históricos y periodicidad de los datos recogidos. Se utilizaron dos modelos extrapolativos estocásticos, ya utilizados en la versión anterior del estudio, a saber:
– el modelo Lee-Carter, integrado por el modelo log-bilineal de Poisson;
– el modelo de Renshaw-Haberman con efecto de cohorte.

Para ambos modelos se han elaborado varios escenarios que caracterizan a los modelos estocásticos, en correspondencia con varios niveles de verosimilitud. En particular, se evidencia el escenario central, es decir, el de máxima verosimilitud, el escenario "alto" - correspondiente a un percentil del 5% - y el escenario "bajo", correspondiente al percentil del 95%.

GRÁFICO 11 – VIDA ÚTIL A LOS 65 AÑOS HASTA 2045 – TOTAL DE PERCIBIDORES DE PENSIONES DE VEJEZ

Las cifras anteriores resumen los resultados de los escenarios hasta 2045 relativos a la vida útil de 65 años de todos los perceptores de pensiones del INPS (asalariados privados y autónomos), en comparación con los escenarios desarrollados por el ISTAT. Se detecta:
– confirmación del aumento prospectivo de la esperanza de vida de los beneficiarios de pensiones de vejez, con valores superiores a la población general;
– para los hombres, que confirman vidas que tienden a ser más cortas que las mujeres, los valores obtenidos con el modelo de Lee-Carter son inferiores a los derivados del modelo de Renshaw-Haberman, mientras que para las mujeres los valores obtenidos con los dos modelos están más cerca.

La vida útil de los perceptores de pensiones de vejez es constantemente mayor que la que resulta de los escenarios desarrollados por el ISTAT, lo que confirma lo registrado en el período observado. También cabe destacar que, respecto a los estudios ya realizados sobre los perceptores de pensiones, se observa que la ralentización del ritmo de aumento de la esperanza de vida observado en los últimos años se refleja en unas expectativas de vida cada vez menos optimistas (véase el gráfico siguiente ).

FIGURA 12 – VIDA ÚTIL A LOS 65 AÑOS HASTA 2045 – COMPARACIÓN CON ESTUDIO ANTERIOR

Convendrá, por tanto, comprobar en los próximos años si la mayor ralentización del aumento de la esperanza media de vida, ya conocida para la población general gracias a los datos del ISTAT de 2015, se reflejará en las tendencias relativas a los pensionistas, de forma que también influir en las perspectivas de vida.

Finalmente, los escenarios ilustrados pueden tomarse en consideración como referencia para el resto de grupos analizados, con la recomendación de tener en cuenta que es plausible que los diferenciales de mortalidad registrados en el periodo de observación (ver figura siguiente) puedan reflejar, en su totalidad, o en parte, en la tendencia prospectiva de la vida de colectivos específicos.

FIGURA 13 – RELACIÓN PROMEDIO (ÚLTIMOS 10 AÑOS) ENTRE LA MORTALIDAD DE LOS PERCEPTORES DE PENSIONES DE VEJEZ COLECTIVOS ÚNICOS Y LOS COLECTIVOS ADOPTADOS PARA EL DESARROLLO DE LOS ESCENARIOS

Revisión