En los últimos 42 años, en los países de la OCDE, el consumo eléctrico en valores absolutos se ha triplicado mientras que su desglose por sectores de actividad ha cambiado sustancialmente (fuente: IEA). En conjunto, el consumo pasó de 3.240 TWh en 1971 a 9.310 TWh en 2013 (con una tasa de crecimiento anual del 2,5%) como efecto del progreso económico. De hecho, la mejora del bienestar de los ciudadanos occidentales ha elevado el consumo eléctrico per cápita medio de 3.970 kWh a 7.380 kWh.
Entre las macrotendencias más llamativas, se destaca la caída en la participación del consumo atribuido al sector industrial. Si en valores absolutos el consumo del sector secundario casi se duplicó de 1.603 a 2.980 TWh, en 1971 representaba la mitad del pastel y cuatro décadas después absorbe apenas el 32%. Esta tendencia refleja el fenómeno de la reubicación de industrias pesadas fuera de las fronteras de la OCDE y la constante desmaterialización de la economía.
El equilibrio fue el salto del consumo eléctrico en el sector terciario y público, que pasó de una cuota del 18,6% al 32,1% y casi se quintuplicó en valores absolutos. Al mismo tiempo asistimos a un crecimiento regular del consumo doméstico, que pasó del 28,3% al 31,5% debido a la mayor penetración de la electricidad en los estilos de vida (calefacción, iluminación, electrodomésticos, tic).
La participación atribuida a la agricultura se mantuvo estable en 1,3%. Por último, una cifra que debería hacernos reflexionar sobre el potencial aún sin explotar de la electrificación en el transporte que sigue dependiendo excesivamente de la energía primaria. En 42 años su participación no ha aumentado, al contrario ha disminuido levemente, pasando del 1,7% al 1,1%.
