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Decreto de dignidad, boomerang en Milán pero sindicatos inmobiliarios

Para las empresas, las nuevas reglas sobre contratos de duración determinada constituyen un obstáculo burocrático más, pero el verdadero daño radica en el hecho de cancelar un período de formación precioso y replicar la precariedad de los trabajadores: 4-5 mil por mes quedan sin trabajo - Incomprensible la timidez de los sindicatos

Decreto de dignidad, boomerang en Milán pero sindicatos inmobiliarios

Yo llego primeros efectos del Decreto de la Dignidad. Con la introducción de los motivos de renovación de los contratos de duración determinada, las empresas (si no deciden transformarlos en contratos indefinidos, lo que es deseable pero no siempre posible) para evitar el riesgo de litigios legales, prefieren contratar desde cero a otros trabajadores con contratos de duración determinada, destinados a su vez a ser sustituidos en gran medida. Para la empresa, esta regulación constituye un obstáculo burocrático más pero el verdadero perjuicio reside en el hecho de que la no prórroga desperdicia un precioso período de formación y sobre todo priva al trabajador en cuestión de una posibilidad de salir de la precariedad ya que las renovaciones de contratos de duración determinada, guste o no, también cumplen la función de un período de prueba. En Milán, aproximadamente 4-5.000 cada mes se puede estimar como el número de personas que estarán sin trabajo a partir de noviembre y podrán solicitar NASPI (como se llama el subsidio de desempleo en la actualidad).

De estos, unos pocos cientos son empleados de empresas propiedad del municipio como SeA, Amsa, Milano Restauración y, precisamente por el Decreto de Dignidad, como bien saben los sindicatos, corren el riesgo de quedarse en casa. A pesar de que dos concejales de Forza Italia y del PD, Fabrizio De Pasquale y Laura Specchio, han planteado el tema, el Ayuntamiento ni siquiera parece haberlo discutido. Los jefes de personal en cuestión, que no son ciertos corazones de león, minimizar y declararse comprometidos a discutir "caso por caso". Por otra parte, asombran a los dirigentes sindicales que, a pesar de tener la posibilidad de (al menos) pedir a los empresarios que firmen un acuerdo para modificar el Decreto de Dignidad en base al artículo 8 del Decreto Legislativo 138 de 2011, van “a la caza de mariposas bajo el arco de Tito”, persiguiendo el objetivo maximalista (que salva el alma pero no da resultado) de pedir empleo permanente para todos.

El gremio podría y debería, si considera como objetivo, aunque sea mínimo pero de carácter prioritario, la prórroga de los contratos de duración determinada, empujar a todas las empresas, empezando por las municipales y autonómicas, a llegar a las organizaciones empresariales privadas más importantes ( que todos se han distanciado claramente del Decreto de Dignidad) para firmar un acuerdo para utilizar el poco conocido “Artículo 8” que permite a la mayoría de los interlocutores sociales establecer excepciones a las leyes laborales. Esto sucedió recientemente en la " Fenice " por iniciativa de las propias organizaciones sindicales y el Ayuntamiento de Venecia que decidió posponer la entrada en vigor de parte del Decreto de Dignidad por un año. Así ha sido sin grandes alardes en muchas otras realidades donde, aunque en circunstancias difíciles, se han firmado convenios peores que las condiciones contractuales vigentes para evitar despidos.

El llamado "artículo 8" es una especie de anticipación parcial del artículo 39 de la Constitución que, como es sabido, atribuye efectividad general a los acuerdos contractuales suscritos por la mayoría de los trabajadores y empresas, reconociendo al oficio de trabajadores y patrones las organizaciones sindicales el papel de fuente de producción legal. En Milán, sin embargo, por el momento solo un sindicato independiente ha intentado negociar una solución "en derogación" al Decreto de Dignidad para salvar el trabajo de los trabajadores temporales, pero fue derrotado.

Los sindicatos milaneses, también en consideración a su tradición y su fuerza, deberían hacer mucho más. Podrían, a partir de un análisis riguroso de situaciones reales, fijarse como objetivo una estrategia reivindicativa, corporativa y territorial no sólo para modificar el Decreto de Dignidad, a partir de la restauración de la antigua normativa sobre contratos de duración determinada pero ir más allá para intervenir, en nombre de la autonomía contractual de las partes, en todas las demás disposiciones de la ley y del contrato donde fuera posible y útil llegar a acuerdos con los patrones.

En cambio, golpean el agua en un mortero. ¿Temen que el Gobierno reaccione y empeore las cosas o realmente están de acuerdo con Di Maio porque piensan que al final la no renovación de un contrato de duración determinada es solo un aumento "fisiológico" de la facturación? ¿No quieren usar explícitamente una ley de la República (que en otras circunstancias sirve muy bien, pero sin decirlo, como salvavidas) porque fue aprobada por un Parlamento cuya mayoría era de centro-derecha? Sin embargo, quienes arriesgan sus trabajos son, para usar una expresión frecuente de la izquierda, "mujeres y hombres en la carne" a los que corresponden nombres, apellidos y familias. Deberíamos reflexionar. No parece que se esté haciendo todo lo posible para evitar la pérdida de puestos de trabajo y la responsabilidad también es de los sindicalistas que hasta ahora han renunciado a cumplir su papel.

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