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Crisis: un italiano de cada tres vive con su madre

El informe de Coldiretti/Censis "Crisis: vivir juntos, vivir mejor" habla del retorno a la antigua centralidad del papel de la familia - El 31% de los italianos vive con su madre, entre los 18 y los 29 años el porcentaje alcanza el 60,7% - El Se redescubre el placer de cocinar en casa – Pero la mala contingencia económica también pesa en la elección de los “mamones”

Crisis: un italiano de cada tres vive con su madre

Entre los muchos efectos de la crisis, en Italia, se vuelve a la centralidad del papel de la familia, tras décadas en las que se había ido desvaneciendo paulatinamente. Para atestiguarlo es un informe de Coldiretti/Censis "Crisis: vivir juntos, vivir mejor", que revela cómo el 31% de los italianos vive con su madre, y que el 42,3% vive a menos de treinta minutos de la misma. El porcentaje, 54%, de quienes viven a poca distancia de sus familiares cercanos también es muy alto.

Desglosando el dato por tramos de edad, se observa que los jóvenes de entre 18 y 29 años viven en familia en el 60,7% de los casos, elevando así la media, pero también conviven personas de entre 30 y 45 años (25,3%) y entre 45 y 64 años (11,8%). 

Por lo tanto, se confirma el mito del mamón italiano, pero evidentemente hay más en este retorno avasallador del papel de familia, que se convierte así en "sujeto de bienestar" en un momento de crisis, ayudando, mediante la reagrupación, a los miembros más necesitados. Cada vez más la familia se convierte en una red de seguridad, fundamental, según Sergio Marini (presidente de Coldiretti), “para no hundir a muchos ciudadanos en las dificultades de la crisis”.

Una vuelta a la tradición, ésta, que se enriquece con otros elementos propios de la identidad nacional, como el redescubrimiento del placer de cocinar en casa, que ve a un número creciente de italianos, tanto hombres como mujeres, pasar cada vez más tiempo frente a la estufa para preparar platos de todo tipo, incluidos alimentos como yogur, pan, helados y conservas, preparados regularmente, según el informe de 11,2 millones de personas.

Como consecuencia directa de este proceso, también crece el número de compras de productos locales a los agricultores, y el número de italianos, 7,7 millones, que llevan comida casera al trabajo, para ahorrar dinero, sí, pero también para estar seguro de la calidad de tu comida.

El auge de las compras de productos de kilómetro cero no borra un hábito consolidado de los ciudadanos del Belpaese: lcompras de comestibles en casa, a no más de 15-20 minutos a pie de la casa, practicado por el 85% de los italianos. Más allá de la relativa conveniencia de estas tiendas de barrio (a menudo y voluntariamente completamente antieconómicas), lo importante es el momento de la agregación, tanto que el momento de las compras se considera el más importante para forjar relaciones, incluso más que las actividades espirituales.

La misma necesidad, la de un ritual agregado, también anima otro hábito cada vez más importante para los italianos, la del aperitivo. Una costumbre que involucra a 16,5 millones de ciudadanos, de los cuales 2,5 millones de forma regular, y que se enriquece, especialmente durante las vacaciones, con la importante aportación cultural y económica de las fiestas de pueblo.

Pero la necesidad de agregación no termina solo en los lugares físicos, también se extiende a la web, donde crece cada vez más el número de italianos que son miembros de comunidades de diversa índole, especialmente aquellas que tienen como tema la comida. La síntesis del informe, y el hilo rojo que mantiene unidas todas las tendencias actuales, es la búsqueda de seguridad del ciudadano italiano, que, perdido ante las dificultades de la crisis, quizás, y con razón, se siente abandonado por un Estado cada vez menos social.

 

 

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