Hacer virtud de la necesidad. El coronavirus está obligando a millones y millones de restauradores de todo el mundo a hacer esto: reinventarse, salvar de alguna manera lo que se puede salvar. Y así, mientras se esperaba con ansia la posibilidad de reabrir por fin el local al público (aunque con mil inquietudes por reordenar los espacios, cediendo parte de la facturación prevista), en las últimas semanas hubo un auge en la entrega de comida a domicilio: pizzas, como siempre, restaurantes étnicos, pero también heladerías y charcutería de barrio gracias al fenómeno de las cocinas fantasma, es decir, los restaurantes destinados exclusivamente a la preparación de platos frescos para ser entregados a domicilio. Pero ahora vamos más allá: aquí los kits de comida, o también llamados cajas de alimentos.
De hecho, la cuarentena, además de impedirnos ir al restaurante, también ha despertado en muchos de nosotros la pasión por cocinar en casa. No para todos, por lo tanto, la alternativa a salir a cenar es pedir lo mismo pero que te lo lleven a casa. Algunos establecimientos lo han entendido y han lanzado una fórmula híbrida: el servicio a domicilio no es un plato listo sino precisamente un kit de productos semiacabados listos para usar, desde jugos hasta salsas listas para comer, desde albóndigas hasta cremas de verduras, con soluciones rápidas para llevar a la mesa para aquellos que no están muy familiarizados con la cocina pero aún quieren probar suerte. Una suerte de evolución de la compra online, si se quiere: dirigida, con productos que tienen un destino preciso pero que no están ya preparados y cuyo consumo se puede escalonar en el tiempo.
Una fórmula especialmente interesante para solucionar no solo la comida individual sino, si se desea, la planificación de toda la semana, siempre obligados a quedarse en casa y quizás sin ideas e ingredientes para cubrir todos los almuerzos y cenas. Los productos entregados generalmente se pueden guardar en el refrigerador durante cinco días.: generalmente son platos, salsas, salsas para saltear en una sartén o calentar en el microondas, que juntos forman platos equilibrados y completos, disponibles en paquetes variables. Por ejemplo, el restaurante Off Lunch de Milán ofrece desde 12 raciones del kit individual (49 euros) hasta 20 raciones del Big Family (75 euros). O ha estallado en América el fenómeno Blue Apron, una empresa de reparto de kits de comida que se ha convertido incluso en un caso financiero: cotiza desde 2017, a mediados de marzo el valor de sus acciones aumentó un 600%.
