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Cataluña: el referéndum no concierne solo a España sino a Europa

De Affarinternazionali.it - ​​​​El tira y afloja en el referéndum catalán del domingo - con Madrid jurando "No votaremos" y Barcelona respondiendo "Votaremos de todos modos" - tiene su origen en las divisiones y malentendidos entre España y Cataluña en curso durante al menos 10 años

Los localismos y regionalismos siempre han sido rasgos característicos de la Unión Europea, en un unicum de heterogeneidad, pluralidad de lenguas, religiones, etnias y culturas. Las pujas independentistas, como la registrada en Cataluña, no son, por tanto, un fenómeno nuevo; por el contrario, el Gobierno central de Madrid lleva tiempo intentando contenerlos.

Una historia de rigidez y malentendidos

Ya en 2006 el partido de Mariano Rajoy había recurrido al Tribunal Constitucional para reducir la autonomía de la región, que por el contrario quería más independencia de Madrid. Tras la crisis económica que amenazó con paralizar la región, la negativa de Madrid a asignar más fondos llevó al entonces presidente catalán Artur Mas a lanzar una campaña por la independencia.

En 2014, durante una consulta no referéndum -no oficial y no vinculante- 1,8 millones de personas apoyaron la independencia de la Comunidad Autónoma Catalana. Posteriormente, en 2015, los partidos Junts pel Sí (Jxs) y Candidatura d'Unitat popular (Cup) habían obtenido respectivamente el 39,5% y el 8,2% de los votos precisamente con una campaña electoral a favor de la independencia, que hoy parece estar respaldada por 80% de la población.

Reforzada por estos supuestos, la decisión del presidente de la Región, Carles Puigdemont, de celebrar un referéndum de independencia fijado para el 1 de octubre de 2017 ha desatado una dura reacción por parte del Gobierno central español. Al ser el plebiscito inconstitucional, el gobierno intentó bloquearlo, primero con amenazas y luego con detenciones y registros en oficinas y departamentos del gobierno catalán. Esta última decisión corre el riesgo de inflamar aún más los espíritus nacionalistas tanto catalanes como españoles y podría empujar a Puigdemont a declarar la independencia unilateral de Cataluña de España en caso de que la mayoría de los ciudadanos vote a favor de la secesión.

La crisis política española en un contexto europeo degenerativo

Sin embargo, la crisis política que vive España debe remontarse a un marco más amplio, que en parte ignora las fronteras nacionales españolas y se sitúa en un proceso degenerativo general europeo. Tras las elecciones políticas en Alemania, que confirman la alarmante tendencia del regreso de la extrema derecha en los parlamentos nacionales europeos, el independentismo catalán podría provocar un efecto dominó. Ello, en un momento en el que la Unión ya está teniendo que afrontar las difíciles negociaciones del Brexit, al mismo tiempo que intenta salir de un estancamiento político y económico que lleva años y relanzar un ideal europeo de proyecto común. .

El papel y las limitaciones de la UE

En la crisis política española, la Unión Europea es un actor que puede y, por tanto, debe jugar un papel importante. Por un lado, habiendo actuado como garante de los localismos y del respeto a las diferentes culturas y religiones, en un crisol que siempre la ha caracterizado, la UE se encuentra ahora llamada a defender los derechos de los catalanes, que se apoyan en el concepto de Unión Europea cosmopolitismo para relanzar la legitimidad de su petición de independencia. Por otra parte, no es tarea de las instituciones europeas intervenir en España. De acuerdo con el principio de subsidiariedad, es de hecho el Gobierno español el que tiene que gestionar la crisis.

Además, si bien la autodeterminación de los pueblos sigue siendo un principio fundamental del derecho internacional, no existe ninguna disposición europea que aborde la desintegración de un estado miembro. Por el contrario, una posible secesión catalana contradiría el tan debatido principio fundamental de "una unión cada vez más estrecha", entendida como una comunidad de estados que cooperan de forma más estricta hasta llegar a una Unión en clave política.

El arma de disuasión de la pertenencia a la UE

Por lo tanto, la única arma en manos de la Unión sigue siendo la disuasión de la afiliación. Como en el caso escocés, Juncker ha afirmado en repetidas ocasiones que en caso de que Cataluña se proclame independiente, tendrá que solicitar su adhesión como cualquier país fuera de la Unión. Eso sí, las posibilidades de Cataluña serían casi nulas, dado que España podría vetarlo.

Por lo tanto, la pregunta sigue siendo si la membresía es un elemento disuasorio efectivo, como se reveló parcialmente en el referéndum escocés de 2014 (que, a diferencia de la consulta catalana, había sido "concedido" por el gobierno central). Aunque la tendencia del euroescepticismo está disminuyendo -gracias también al caos político en el que parece haberse sumido Gran Bretaña tras el Brexit-, no basta con que el 56% de los ciudadanos sean europeístas, como indican los datos del Eurobarómetro, para devolver la legitimidad a la Unión, si la mayoría absoluta cree que las elecciones políticas comunes están equivocadas.

En efecto, precisamente ante la entrada de partidos nacionalistas en numerosos parlamentos nacionales, ahora más que nunca se necesitan acciones europeas concretas para hacer frente a los impulsos independentistas y nacionalistas que pretenden reflejar un malestar social de profundas raíces. Si bien las crisis que aquejan a todos los ciudadanos europeos se relacionan con problemas de seguridad, oleadas migratorias y bienestar social, el ámbito donde la Unión tiene un mayor potencial de actuación es precisamente el económico, donde de hecho se ha logrado una creciente integración.

El factor económico es importante, pero no exhaustivo

En efecto, si es cierto que la crisis económica ha agudizado el sentimiento independentista en Cataluña, también lo es que en 2016 la Unión Europea registró un crecimiento del PIB y de la tasa de empleo. Sin embargo, todavía no se teme una redistribución justa de los beneficios de este crecimiento. Los diferentes desempeños económicos y los beneficios resultantes difieren no solo entre los países miembros, sino también entre los propios ciudadanos, ensanchando cada vez más la brecha entre ricos y pobres. Del mismo modo, junto con más oportunidades de trabajo, parece haber cada vez menos garantías sociales, prestaciones por desempleo, normas salariales y derechos laborales. Si la crisis económica ha dado lugar a la ruptura de la independencia catalana, un mayor bienestar social y económico en un contexto europeo podría reducir estas presiones, no solo en Cataluña sino también en muchas otras regiones y estados europeos.

En su reciente discurso sobre el estado de la Unión Europea, Juncker expresó la necesidad de un relanzamiento sustancial, que lleve adelante una visión común y que responda a las necesidades de los ciudadanos a través de la creación de garantías sociales. Entonces habrá que ver si esta ola de optimismo conduce a respuestas concretas por parte de los Estados miembros. De momento, el referéndum catalán, además de demostrar lo fuerte que es el espíritu independentista, también podría responder a la pregunta de cuál es la importancia de la pertenencia a ojos de los ciudadanos.

Da Affariinternazionali.it

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