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Brexit, porque el "modelo noruego" no es el camino correcto

Durante la campaña del referéndum, los abanderados del "Leave" han dicho que quieren salir del mercado único europeo y acabar con la libre circulación - ¿Cuál es la alternativa? – Se habla del “modelo noruego”, una pena que Oslo contribuya al presupuesto de la UE y mantenga las fronteras abiertas a los ciudadanos de la UE

Brexit, porque el "modelo noruego" no es el camino correcto

Es fácil decir "Noruega". En los próximos años, Reino Unido tendrá que revolucionar sus relaciones comerciales con la UE y muchos creen que el mejor ejemplo a seguir es el acuerdo en vigor entre Oslo y Bruselas. Pero no será tan simple. Tras el éxito del frente pro-Brexit en el referéndum del 23 de junio, una espesa niebla se ha levantado entre los dos lados del Canal.

A nivel técnico, una vez que salga del mercado único europeo, el Reino Unido podría entrar en el Espacio Económico Europeo (EEE) o en la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), imitando a países como Noruega, pero también Suiza o Islandia. Sin embargo, no habría acuerdos de carácter financiero, capítulo vital para la economía británica.

Además, no está nada claro cuál es el objetivo de los conservadores euroescépticos. Durante la campaña electoral para el referéndum, los abanderados del "Leave" habían dicho que querían abandonar el mercado único europeo y acabar con la libre circulación. Una posición extrema, intransigente, muy electoralista y muy poco realista, también porque no permitiría seguir el famoso modelo noruego. De hecho, Oslo contribuye al presupuesto de la UE y mantiene las fronteras abiertas al tránsito de ciudadanos de la UE. Dos frentes en los que los líderes pro-Brexit no deben ceder, dado que durante la campaña del referéndum arremetieron con especial violencia precisamente contra las transferencias a la UE y los inmigrantes de la UE.

Para sortear el obstáculo, el exalcalde de Londres y probable nuevo primer ministro, Boris Johnson, ha sugerido tomar como modelo las relaciones comerciales entre Bruselas y Canadá, mientras que el ministro de Justicia, Michael Gove, incluso ha puesto en juego a Albania.

El problema es que ninguna de estas opciones garantizaría al Reino Unido un acceso al mercado europeo comparable al que disfrutan hoy las empresas y los ciudadanos británicos. Y no es un detalle, porque cerca de la mitad del comercio del país está ligado al mercado de la UE. En cuanto al otro 50%, los partidarios del Brexit nunca han dejado claro cómo pretenden sustituir a los más de 50 acuerdos de libre comercio vigentes entre la UE y otros países del mundo como Sudáfrica y Corea del Sur. 

Por ahora, lo único seguro es que las negociaciones con Bruselas no serán rápidas ni pacíficas. También porque hay mucho en juego: las exportaciones de Londres a la UE representan el 13 % de la economía nacional británica, mientras que las exportaciones de la UE al Reino Unido representan el 3 % de la economía de la UE. Por no hablar de que varias multinacionales (Nissan, por ejemplo) habían instalado su sede europea en Reino Unido porque creían que era la mejor puerta de entrada al mercado continental. Ahora, con el Brexit, al menos Alemania y Francia intentarán quitarle esta prerrogativa al Reino Unido.

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