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Brexit: daños y riesgos para la UE y el Reino Unido, aquí están las soluciones

Para Theresa May, el verdadero reto será proteger los servicios financieros y especialmente los servicios bancarios transfronterizos - Para aliviar las tensiones y el riesgo de contagio político, Europa debe marcar el rumbo de las políticas de crecimiento y centralizar el proceso de toma de decisiones - La garantía europea en depósitos

Brexit: daños y riesgos para la UE y el Reino Unido, aquí están las soluciones

Aún no se ha definido el momento en el que Gran Bretaña dejará la Unión Europea, pero es inútil pretender que el Brexit no se produzca: es un escenario remoto, que dañaría aún más el ya fragmentado tejido político británico.

El verdadero desafío para la Primera Ministra May será más bien proteger el sector de los servicios financieros, que se desarrolla especialmente en el Reino Unido y ha crecido gracias al mercado único europeo.

El aspecto más importante a determinar es el futuro de los servicios bancarios transfronterizos, dado que hay 489 bancos extranjeros en Londres, de los cuales 183 pertenecen a la UE. ¿Podrán seguir operando desde Londres en el mercado europeo con la misma regulación que hoy, o se verán obligados a crear filiales (capitalizadas por separado) para operar dentro de la UE?

En cuanto al comercio de productos industriales, si Gran Bretaña pierde el acceso al mercado único, probablemente tendrá que enfrentarse a deberes comunitarios, que induciría a las multinacionales a trasladar su sede dentro de la UE.

Para resolver el problema, el ex Primer Ministro y Ministro de Hacienda Gordon Brown ha sugerido que el país puede unirse al Espacio Económico Europeo (EEE). En este caso, sin embargo, Londres tendría que seguir respetando las leyes de la UE y contribuir al presupuesto de la UE, al mismo tiempo que perdería la posibilidad de influir en las decisiones europeas.

Desde el punto de vista de la Unión Europea, por otro lado, el daño que podría causar el Brexit se puede dividir en tres niveles. En primer lugar, la UE perdería un importante socio económico, que es a la vez un centro financiero y un aliado clave en defensa y seguridad, así como el principal vínculo con Estados Unidos.

El segundo riesgo potencial es el contagio político. El Brexit es el primer revés importante en el proceso de integración europea desde la Segunda Guerra Mundial, y los movimientos y partidos euroescépticos de toda la UE ya están aprovechando la oportunidad para intensificar sus campañas.

Finalmente, el tercer posible daño causado por el Brexit consiste en la aceleración de un fenómeno ya en marcha: la tendencia de los países de la UE a encontrar soluciones intergubernamentales, que debilitan las instituciones comunitarias en lugar de fortalecerlas (basta pensar en las políticas sobre inmigrantes).

En este contexto, las relaciones entre el centro y la periferia de la UE se están desgastando principalmente por el bajo crecimiento y el bajo nivel de los tipos de interés. Debería ser inmediatamente evidente (pero desafortunadamente no lo es, al menos para algunos países miembros) que será imposible aliviar estas tensiones hasta que el crecimiento no encontrará un papel más central en la política europea.

Para superar las limitaciones impuestas a los países individuales por los parámetros presupuestarios, se podría recurrir a un amplio plan europeo de inversiones financiado por la UE a través de bonos colectivos. La negativa a utilizar estos instrumentos para la inversión pública es injusta en términos económicos, porque implica que la generación actual debe financiar íntegramente proyectos que darán frutos incluso en un futuro lejano.

Es necesario entender que la solución a las dificultades de hoy no está en la descentralización del proceso de toma de decisiones, sino en su mayor centralización, por ejemplo creando un Ministerio Europeo de Finanzas.

En cuanto a la unión económica y monetaria y la unión bancaria, la garantía de depósito europea –sobre el que las negociaciones están actualmente congeladas– es crucial para proteger a la Eurozona de una posible crisis de liquidez en los bancos de un solo país. Sobre todo porque de momento los inversores parecen dispuestos a lanzar un nuevo ataque especulativo contra los bancos periféricos y el referéndum italiano sobre reformas institucionales podría servirles de pretexto en caso de que triunfe el No, sumiendo al país en la inestabilidad política.

En última instancia, una unión económica y monetaria que funcione no puede prescindir de nuevos acuerdos de riesgo compartido. Un objetivo que sólo puede alcanzarse mediante una rigurosa disciplina presupuestaria y la regla del "no rescate". Una vez que todos estos elementos estén ensamblados, cualquier choque negativo ya no amenazará la supervivencia misma de la unión y el sistema finalmente será estable.

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