Todo aplazado al menos hasta el 12 de enero para la transformación en sociedad anónima de los dos últimos bancos populares -el de Bari y el de Sondrio- llamados por la reforma Renzi a abandonar el voto per cápita y asumir una nueva forma corporativa. A falta de noticias del Gobierno, que por el momento no ha incluido en el decreto Milleproroghe ningún aplazamiento de las obligaciones a las que estaban obligados los dos Popolari a finales de 2016, se aplican las disposiciones de los tribunales de Milán y Bari que, a la espera un pronunciamiento de la Consulta, pospuso indefinidamente la transformación en sociedad anónima.
Salvo sorpresas del Parlamento con motivo de la conversión del decreto, es improbable, sin embargo, que el Tribunal Constitucional, que ya ha desestimado el recurso de la Región de Lombardía contra la reforma, pretenda prolongar el estado de incertidumbre aplazando la transformación en sociedad anónima a los calendarios griegos, sobre los que se pronunciará en su sesión del 12 de enero convocada para debatir las excepciones de constitucionalidad expresadas antes de Navidad por el Consejo de Estado.
Pero más allá de los tiempos del balneario, la mayor incógnita se refiere a los reembolsos a los accionistas que ejercen el derecho de desistimiento con motivo de la transformación en balneario después de que el Consejo de Estado rechazara la circular del Banco de Italia que recomendaba al Popolari un mucha prudencia en las amortizaciones, subordinando sus modalidades y plazos a las necesidades de estabilidad financiera de los propios bancos. Ahora todo vuelve a ser cuestionado y, si no se sancionan nuevas certezas regulatorias que establezcan un nuevo punto de equilibrio entre los bancos y sus accionistas salientes, se corre el riesgo de que sobre los bancos cooperativos caiga una lluvia de repagos que no conciernen sólo a Popolare di Sondrio y el de Bari pero todos los principales Popolari que ya se han transformado en balnearios.
Sería un mosaico nuevo que realmente no hace falta y que el Tribunal Constitucional, el Banco de Italia y el Gobierno harían bien, cada uno en su ámbito, en retirar antes de que pueda causar más daño.