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ASAMBLEA DE CONFINDUSTRIA – Squinzi interpela a los sindicatos sobre la reforma del trabajo y los contratos

ASAMBLEA DE CONFINDUSTRIA - El presidente de los industriales cambia de ritmo: se abre a Renzi y lanza el desafío a los sindicatos sobre la reforma del trabajo y los contratos - Palabras fuertes contra la corrupción y toques de autocrítica - Ministro Guidi: "Hay una gran deseo de Italia en el mundo y depende de nosotros satisfacerlo” – Las propuestas del Gobierno.

ASAMBLEA DE CONFINDUSTRIA – Squinzi interpela a los sindicatos sobre la reforma del trabajo y los contratos

El presidente de Confindustria Giorgio Squinzi, que hasta la víspera de las elecciones se había mostrado escéptico con el Gobierno de Renzi, al que acusaba de prometer mucho pero cumplir poco, tras la votación en las elecciones europeas hizo la mayor apertura de crédito al joven primer ministro ministro, prometiendo la plena colaboración de los industriales a los necesarios cambios de rumbo tanto en Italia como en Europa.

Durante la reunión anual de la Confederación de Industriales, Squinzi colocó claramente la modernización del mercado laboral y la negociación en el centro del plan de reforma, que además requiere una acción convergente tanto del Gobierno como de los propios agentes sociales. El Gobierno tendrá la tarea de simplificar las normas laborales, de definir reglas muy claras para la contratación y despido y sobre todo de modificar el actual sistema de redes de seguridad social que deberá romper el vínculo entre empresa y trabajador, favoreciendo al mismo tiempo la formación de los que se quedan sin trabajo, junto con un amortiguador social adecuado, vinculado no obstante a la búsqueda activa de reempleo. Los interlocutores sociales serán los encargados de modificar las reglas de negociación, dando más peso a la de empresa y por tanto a la vinculación entre salario y productividad que, por otra parte, el actual sistema centrado en la negociación nacional no asegura.

Este es un gran cambio por parte de Confindustria, que también llega unos años por detrás de las necesidades de las empresas italianas, y que ahora deberá llevarse adelante con determinación para vencer la resistencia de una parte de los sindicatos, especialmente la CGIL, que hasta ahora siempre se ha refugiado en defensa de los contratos nacionales.

Por lo demás, el informe de Squinzi abordó los temas que siempre han sido queridos por la audiencia industrial: la reforma de la burocracia y la simplificación de la legislación, el peso excesivo de las autoridades fiscales, la justicia y la creación de un entorno favorable a quienes emprender, arriesgar y crear nuevos puestos de trabajo. Parcialmente nuevo fue el énfasis muy fuerte puesto en la corrupción, que daña las reglas del mercado, de otras empresas y por lo tanto de todo el país. Las empresas corruptas no pueden ser parte del sistema Confindustria, enfatizó Squinzi, recibiendo un fuerte y convencido aplauso de la audiencia por este pasaje.

Por último, al informe de Squinzi no le faltó una pizca de autocrítica cuando incitó a los empresarios a poner de su parte para ayudar a "construir una nueva Italia", haciendo ahora aquellas cosas que no han tenido el coraje de hacer en las últimas dos décadas.

La intervención de la ministra de Desarrollo, Federica Guidi, fue efectiva tanto como llamado a la renovación cultural de los empresarios, como como indicación de las cosas concretas que el gobierno pretende hacer en las próximas semanas. En términos generales, Giudi instó a los empresarios a "superar el pesimismo derrotista" ya no resignarse al hecho de que Italia está destinada a seguir siendo la "periferia del mundo". En particular, la ministra de Fomento está dispuesta a retomar algunos temas de política industrial que llevan mucho tiempo abandonados, como el de la reducción del coste de la energía y el del apoyo a las inversiones con instrumentos fiscales ágiles y automáticos. 

En concreto, Guidi ha trazado las líneas generales de un proyecto de internacionalización de las empresas, que ciertamente puede contar con el apoyo del Estado, pero que depende en gran medida de la actitud y voluntad de los empresarios de abrirse a lo nuevo, de recapitalizar sus empresas llevándolos a bolsa si es posible o incorporando nuevos accionistas. “Hay un gran deseo de Italia en el mundo -dijo el ministro-, nos toca a nosotros satisfacerlo”. 

En general, había un aire de mayor optimismo y esperanza en la asamblea. Squinzi fue más cauteloso y reiteró que dependía principalmente del Gobierno implementar rápidamente las reformas prometidas. Obviamente, más optimista es Guidi, quien representó vigorosamente el impulso de Renzi hacia un "cambio de dirección". Están llegando señales positivas de los mercados financieros y Europa también tendrá que implementar acciones concretas para estimular el desarrollo. Solo si la política y los interlocutores sociales saben cómo actuar de forma concertada, Italia tendrá buenas posibilidades de salir de esta larga y profunda crisis.

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