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ABìCinema: L como grandes películas, grandes directores, grandes actrices

ABìCinema: L como grandes películas, grandes directores, grandes actrices

Una carta de suerte para la historia del cine: entre las películas italianas Ladrones de bicicletas de Vittorio De Sica de 1948, basada en un cuento de Cesare Zavattini y La leyenda del santo bebedor, de Ermanno Olmi de 1988, basada en un cuento de Joseph Roth . Entre las internacionales proponemos Red Lanterns de Zhang Yimou de 1991, Lawrence of Arabia de David Lean de 1962, Leon de Luc Besson de 1994 y Limelight de Charlie Chaplin de 1952. Cada una de ellas ha dejado una huella imborrable: la película de De Sica le merece el segundo Oscar tras Sciuscià y le da a conocer en todo el mundo como autor de uno de los manifiestos del cine neorrealista italiano; para Olmi, en cambio, es su primera película después de El árbol de los zuecos con un tema que no es de su concepción.

Para otros, la película del director chino Yimou marca un punto importante en el panorama cinematográfico contemporáneo del Lejano Oriente, mientras que la historia del oficial inglés en Arabia le permitió a Lean ganar 7 premios Oscar. Besson, por su parte, ha propuesto una película tan dura y violenta como cargada de humanidad como pocas veces se ve. En la última película importante de Chaplin, sin embargo, sólo existe el problema de encontrar el lugar adecuado en la filmoteca de casa: basta con recordar la secuencia de él tocando el violín y Buster Keaton al piano.

En cuanto a los directores, proponemos a Fritz Lang, gran firma del expresionismo alemán. Entre sus películas debut Doctor Mabuse de 1922 donde expone las dificultades de los hombres en ese período y de Alemania en particular en vísperas del advenimiento del nazismo. En la misma línea firmará su última obra en 1960 con El testamento del doctor Mabuse. En 1926 crea su obra maestra: Metrópolis que, en 1982, será reeditada con la banda sonora de Giorgio Moroder. En los años siguientes será el director de muchas otras películas, entre las que merece ser recordada M. El monstruo de Dusseldorf de 1929.

Considerado el padre del western italiano, Sergio Leone se encuentra entre los directores más representativos de la innovación y el talento. En 1964 inicia su carrera con la trilogía que le dará éxito internacional: Por un puñado de dólares de 1965 seguida de Por unos dólares más y al año siguiente El bueno, el feo y el malo. Su estilo muy original, su forma de hacer cine y de contar con imágenes la gran epopeya de la conquista de occidente, junto a la banda sonora muchas veces firmada por Ennio Morricone, le inscribe de lleno entre las firmas más importantes del cine italiano. Le seguirá Érase una vez en el Oeste de 1968, luego Giù la testa y finalmente cierra con su testamento cinematográfico en 1984 con Érase una vez en América, donde pinta el final de la era legendaria contada en las películas anteriores.

Carlo Lizzani hizo su debut en la estela del neorrealismo italiano en 1951 con Acthtung! Bandidos donde emerge su corte de cine que mira al documental y al coro de los protagonistas. A partir de un tema de Vasco Pratolini, firma también Crónicas de pobres amantes de la época. En la línea de las noticias y la actualidad, concluye su carrera con títulos como Mamma Ebe y Caro Gorbachev para luego rendir homenaje a su maestro Roberto Rossellini de Roma, ciudad abierta, con Celuloide.

Finalmente, dos figuras míticas del cine nacional: Sofia Loren y Gina Lollobrigida. El primero comienza con pequeños papeles donde emerge por la soleada y avasalladora belleza mediterránea para llegar al gran protagonismo con Vittorio De Sica en 1954 con L'oro di Napoli. Encuentra un gran éxito tras una escapada americana, de nuevo con De Sica en La ciociara de 1960, basada en un cuento de Alberto Moravia, con la que gana el Oscar y Cannes. Para recordar Un día particular de Ettore Scola de 1977 con Marcello Mastroianni. En 1994 ganó el Oscar a su trayectoria.

Lollo, de la misma edad y coetánea de Sofía, también es “víctima” de su belleza y carácter. Las películas que la dieron a conocer al gran público son primero Pane amore e fantasia de Luigi Comencini de 1953 y luego La romana de 1954 de Luigi Zampa. Le seguirán otras películas menos conocidas pero que mantendrán inalterable su estilo y su imagen icónica del cine italiano.

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