Juicio del autor: 
Difícil encontrar un género cinematográfico donde insertar”La profecía del armadillo.”, dirigida por el debutante Emanuele Scaringi, con dos excelentes actores como son los jóvenes Simone Liberati y Pietro Castellitto. La historia está tomada de una de las obras del conocido dibujante (aunque la definición parece estrecha) Zerocalcare, seudónimo de Michele Rech, y relata las vicisitudes de un joven diseñador gráfico romano que se enfrenta a los problemas profesionales y existenciales de su generación y los contextos sociales metropolitanos en los que vive.
¿Cómo clasificar, cómo sintetizar una obra cinematográfica que exhibe bienes escasos como la creatividad visual y de contenidos, un guión aunque fragmentado pero eficaz, un tema de “historieta”, una novela gráfica, volcada en la gran pantalla? Un género consolidado es el del cine-cómic o viceversa que, sobre todo en el mundo anglosajón, tiene mucho éxito (ver Disney). En Italia, en cambio, pocas experiencias: entre las más afortunadas la de Milo Manara, mientras que grandes títulos como Tex Willer, Dylan Dog o Alan Ford no han tenido el éxito que se merecen.
En cuanto a "La profecía del armadillo.”, digamos de inmediato que si no naciste en Roma, si no captas el dialecto y el significado de los chistes, así como la dislocación de los distritos centrales y periféricos, es difícil captar el alma , la esencia de la película, que descansa buena parte de su interés en los diálogos, a veces hilarantes, otras veces de profunda e intensa filosofía y espiritualidad. De hecho, ¿cómo puedes entender un chiste como "desde Rebibbia colonicemos Roma Norte" si no sabes y entiendes que Rebibbia no es solo la conocida prisión romana sino también un barrio con una parada de Metro contigua y que "Roma Norte" es un territorio geográfico virtual pero sobre todo un contexto social, cultural que divide profundamente a la ciudad? En cuanto al lenguaje, es la misma dificultad que uno puede tener, por ejemplo, al ver Gomorra, que sin embargo no afectó la magnitud del éxito que logró.
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La historia es simple: Zero se encuentra en las dificultades típicas de una generación que lucha con el trabajo, su identidad y la vida transcurrida en las afueras de la gran metrópoli. Llega la noticia de la muerte de un querido amigo suyo y, en esta pista, se revela toda la profundidad e intensidad de sus reflexiones y del armadillo que la acompaña. La película fluye por momentos, muchas veces discontinuos, que hacen compleja su interpretación. Solo algunas secuencias merecen el coste de la entrada: son de recordar los diálogos entre Zero y su madre (la siempre buena Laura Morante), así como el monólogo de Adriano Panatta y su "puf...puf" que se ha hecho viral en la neto. Incluso la dirección parece diferente a lo que hemos visto recientemente en otras películas italianas: más ligera, más dinámica, tan atenta a los primeros planos como a los planos generales de paisajes urbanos (quizás el uso excesivo de drones).
La película de Zerocalcare (presentada en competición en la reciente Mostra de Venecia) ha sido definida como "el manifiesto de la generación cortada" y el propio autor ha expresado una posición ambigua sobre la paternidad de la adaptación cinematográfica: "Espero que la película sea tan bonita como todos los que aman esa historia. Y sé que quienquiera que haya trabajado allí es bueno y regular”. Podemos confirmar: la película es hermosa, no sabemos cuánto corresponde al texto o a las láminas originales del volumen de 2011, y hasta donde sabemos relata bien no solo las dificultades, sino también los dramas de las generaciones "cortadas".
