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¿Un derecho más de lucha que de gobierno?

Tras la sentencia en el caso Rubí, Berlusconi presiona al Gobierno, tratando de presentarse como un estadista, pero mientras tanto agita las calles, preparándose para un futuro que también podría ser "extraparlamentario" a la luz de los próximos plazos judiciales. Mientras tanto, Letta intenta mantener los asuntos de gobierno separados de los problemas judiciales de su interlocutor

¿Un derecho más de lucha que de gobierno?

Más o menos a la misma hora ayer se produjeron dos hechos políticos que dan una buena idea de cómo vive el mundo Berlusconi (sería un eufemismo decir el PDL) tras la sentencia del caso Ruby. Por un lado, la manifestación por los limpios y duros en Piazza Farnese convocada por Giuliano Ferrara al grito de "todos somos putas", por otro, la reunión en el Palacio Chigi entre Silvio Berlusconi y el primer ministro Enrico Letta. Por un lado, la plaza con el enésimo ataque contra el poder judicial politizado; por el otro, el principal exponente de ese mundo que intenta una vez más presentarse como el único que puede permitirle al país ya la política una tregua pacificadora. Es la imagen precisa de las contradicciones, más aún, de la contradicción subyacente que vive la derecha italiana.

Por un lado, la derecha italiana presiona al gobierno ya las instituciones pidiendo lo imposible: una especie de salvoconducto para su líder capaz de garantizarle las penas presentes y futuras, amenazando con arruinar la banca; por otro, su líder habla de temas económicos, desempolvando los temas de la campaña electoral (supresión del IMU “uber alles”), pero también aceptando posibles soluciones temporales, como las de un doble aplazamiento de la subida del IVA. Esto se debe a que Berlusconi sabe muy bien que también puede agitar las calles y amenazar con elecciones anticipadas. Pero precisamente eso del recurso al voto anticipado puede resultar como un arma descargada por tres razones: 1) en estos momentos las encuestas para el PDL y sus aliados son todo menos emocionantes; 2) si el gobierno de Letta cayera, el Pd podría probar la carta de otra mayoría, dado lo que está pasando en el movimiento 5 estrellas, en el que los signos de intolerancia hacia el uno o el otro de la dupla Grillo-Casaleggio son cada vez más creciente; 3) Difícilmente el Presidente de la República disolverá las Cámaras, dado que en ese caso volveríamos a votar con el Porcellum. Y esto precisamente porque, a indicación de la derecha, la reforma electoral se ha colocado al final y no al principio del proceso de reformas institucionales.

Por estas razones, el verdadero escudo que Berlusconi intenta oponer a lo que denuncia como la ofensiva de la justicia politizada, más que de la plaza, es la participación en la mayoría y en el gobierno de su partido. Por supuesto, tampoco puede prescindir del cuadrado. No solo para mantener en tensión a su pueblo, sino también porque su rol tras la presente y futuras sentencias podría ser cada vez más un rol extraparlamentario. En definitiva, el líder del PDL, después de haber pretendido ser el estadista de la paz, podría verse obligado a hacer política fuera de las instituciones, quizás confiando el partido a un familiar. Se habla mucho de una hipótesis de Marina Berlusconi. En cuanto al Cavaliere, nos ha acostumbrado durante mucho tiempo a metamorfosis significativas y, por lo tanto, también podría transformarse de un estadista autodenominado en un líder "gruppettaro". En resumen: un poco más de lucha y un poco menos de gobierno.

Es con este marco político y con esta derecha en ebullición con el que tiene que lidiar el primer ministro Enrico Letta, que está haciendo todo lo posible para mantener los asuntos judiciales del Cavaliere separados de la actividad y la vida de su gobierno. ¿Cómo? En lo único posible. Por un lado negociando y buscando compromisos en temas programáticos, por otro tratando de llamar la atención y la responsabilidad de todos sobre las ya inminentes citas que le esperan a nuestro país en Europa. Sin embargo, triunfar en la empresa con el apoyo de un partido público y gubernamental no parece tarea fácil.

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