Las negociaciones sobre las finanzas públicas entre el gobierno de Renzi y la Comisión Europea parecen haber llegado a un punto de inflexión. Según los rumores relatados por Alberto D'Argenio en La Repubblica, para este año Bruselas no pedirá a Italia ninguna maniobra de bis, sino sólo una corrección de las cuentas de dos mil millones.
Además, la operación resultará indolora para el Ejecutivo en Roma, que cubrirá el agujero en parte con medidas administrativas de recorte de gastos y en parte con el dinero del tesoro de mil millones de euros que el primer ministro Matteo Renzi y la ministra de Tesoro Pier Carlo Padoan se han mantenido desde el pasado mes de diciembre.
A cambio, Europa otorgará a nuestro país un margen adicional de flexibilidad en la relación déficit-PIB de 2017, además del visto bueno sin reservas a la Ley de Estabilidad de 2016, cuya sentencia se espera para mayo.
Pero aún no se ha dicho la última palabra. Todo dependerá de las previsiones sobre el comportamiento de la economía italiana: las últimas estimaciones de la Comisión Europea hablan de un +1,4% del PIB italiano en 2016, pero el jueves la OCDE ha recortado drásticamente las estimaciones de crecimiento de nuestro país, que este año según la Organización se detendrá en el +1%.
Si en mayo, en las previsiones de primavera, el Ejecutivo de la UE también revisara a la baja las estimaciones sobre el desempeño de la economía italiana, entonces todo el acuerdo correría el riesgo de desmoronarse.