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TOUR DE FRANCE – Hoy el triunfo de Nibali en amarillo en París

TOUR DE FRANCIA – El gran mandatario del Tour de Francia, Vincenzo Nibali, que ayer finalizó cuarto en la contrarreloj, se prepara para vivir hoy su triunfo en la pasarela final de los Campos Elíseos de París – Es el séptimo italiano en ganar el Tour: el último fue Pantani – Aplausos de todos para el “tiburón siciliano”, campeón completo como pocos.

TOUR DE FRANCE – Hoy el triunfo de Nibali en amarillo en París

En la historia centenaria del Tour también ha pasado que lo ganó una Carneade, como lo fue en 1956 con el casi desconocido Roger Walkowiak o en 1966 con un seguidor de Anquetil, Lucien Aimar. Pero en el cuadro de honor de la Grande Boucle está, sin duda, lo mejor del ciclismo de cada época. Pero no todos los campeones que lo han ganado lo han hecho como Vincenzo Nibali, con dominio absoluto y con una confianza que nunca flaqueó, de Leeds a París: tres semanas para enmarcar en las páginas del gran ciclismo con números que para encontrar parecidos. a los que hay que remontarse a lo largo de los años: un ganador del Tour no había ganado al menos cuatro etapas desde 1984, el año de gracia de Laurent Fignon, que consiguió su segundo Grande Boucle; 19 días con el maillot amarillo, usado en la segunda etapa y luego entregado a Tony Gallopin en la novena durante 24 horas antes de usarlo en la siguiente etapa y mantenerlo hasta París, coloca a Nibali cerca del inalcanzable Merck del Tour de 1969. , cuando el Caníbal conquistó el maillot amarillo en la segunda media etapa cronometrada del primer día de carrera y no se rindió hasta el final.

Pero detrás de los números está la sustancia de las actuaciones exhibidas por el Tiburón en Francia: Nibali demostró de inmediato quién era al ganar en la cancha de Sheffield con un solo final que le dio el primer maillot amarillo; en el pavé, donde Froome cayó y se rindió, Nibali -que siempre había evitado a Roubaix por los peligros de las piedras negras y rotas del pavimento- causó sensación al poner más de dos minutos entre él y Contador; en la primera gran subida del Tour, en la Planche des Belles Filles, el campeón italiano –contador también falleció a causa de su caída– montó un espectáculo; hazaña que repitió puntualmente en los Alpes en Chamrousse y en los Pirineos en Hautacam. Implacable, nunca molesto, siempre dueño de la carrera: venció bajo la lluvia y el frío del Norte; triunfó bajo el calor sofocante de la primera etapa alpina. Y todas las hazañas las hizo con el aire de quien hace las cosas más normales de este mundo, siempre disponible para todos, sobrio en sus declaraciones, tan lejos de ese trance competitivo, una especie de "sturm und drag" emocional que caracterizó al victorias de Pantani, el último italiano en ganar el Tour antes que él, nunca un humano marciano como el Froome del año pasado que parecía un semidiós tirado al suelo entre los convictos del pedal. Así es Nibali, símbolo de un ciclo de campeones pero no de mutantes, falsos héroes de los fuera de lo común Watts y los locos Vams: lo prueba la hazaña de Nibali en la Hautacam, hecha con tiempos muy alejados de los de Rijs o Armstrong, emblemas de una época en la que “epo –como confesó el ex superman tejano– era normal asumir como inflando los tubulares”.

Los que quieren menospreciar un éxito de esta magnitud apelan a las ausencias de Froome y Contador, los dos súper favoritos de la jornada, eliminados prematuramente del partido por dos caídas. Como no hay contraprueba, es un ejercicio en sí mismo: ciertamente una pelea entre tres grandes nombres de este tamaño habría encendido la batalla en los Alpes y los Pirineos. Una lucha estelar y épica que se esperaba desde hace tiempo sabiendo que Froome, Contador y el propio Nibali tenían el Tour como objetivo central de toda su temporada. Menos seguro es que el Nibali visto en este Tour no hubiera ganado de todos modos, incluso al margen de la ventaja de más de 2 minutos y medio que tenía el Tiburón sobre Contador en el momento del retiro. Es de esperar que lo antes posible, en el Giro o en el Tour, los tres grandes nombres del ciclismo se encuentren, en su mejor momento, quizás con un cuarto contendiente del calibre de Nairo Quintana, un cuatro de ases que lleva mucho tiempo en el ciclismo mundial no contaba y que promete chispazos. Una élite multiétnica en lo más alto del pedal planetario por el que entró Nibali justo después de su fabulosa rodada amarilla en el Tour. 

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