El miércoles se llevaron a casa dos medallas azules. Ambos de plata, con esa mezcla de alegría por la gran empresa y pesar por la oportunidad, perdida, de llevar al cuello una medalla de oro.
El primero, por orden cronológico, fue la plata de Marco Innocenti en tiro al plato, especialidad de doble trampa. El tirador de 37 años, ahora en su cuarta Olimpiada, experimentó la alegría del podio por primera vez. Después de una gran semifinal, Innocenti se desmoronó en el último acto, perdiendo considerablemente ante el kuwaití Feahid Aldeehani. Al final de la carrera, Innocenti anunció su retiro.
La otra plata, con algunos arrepentimientos más, es la de la campeona olímpica londinense Elisa Di Francisca en florete femenino, especialidad en la que nos quedamos fuera del oro por primera vez desde Sydney 2000. Di Francisca, esquivó a su amiga-rival Arrigo, que quedó eliminado en octavos, se había subido a la final al vencer al tunecino Boubakri. En la noche italiana, sin embargo, la campeona londinense de 33 años cayó ante la rusa Inna Deriglazova de 26 años por 11-12, tras un gran intento de remontada final.