Hace unos años en una serie de reuniones con miembros de las Juntas de la Sharia e instituciones relacionadas con las finanzas islámicas tuve la oportunidad de conocer al eminente Jeque Dr. Nizam Mohammed Saleh Yaqubi, pionero del sistema bancario islámico y uno de los más distinguidos eruditos de los jueces de los Consejos en materia de normas financieras islámicas. Fue un encuentro interesante y profundo (¡obviamente sin apretones de manos y con la cabeza descubierta!), y aprecié la visión transversal de los textos de las tres religiones monoteístas aunque muy crítica y sublimadora de un solo texto sobre los demás. Desde entonces mis estudios de exégesis bíblica tuvieron un impulso extra y nunca se han detenido.
Así que hoy, dando la bienvenida a esta publicación del Talmud, no me sorprende en absoluto el éxito y sold out con que fue recibida, sin distinción de credo y pensamiento, dado que dos tercios de los compradores no son de religión judía. Pero para entender el asombroso entusiasmo con el que ya se agotaron las dos primeras ediciones, demos un paso atrás.
Porque, durante el período en el que el Imperio Romano Occidental estaba inexorablemente en declive, los judíos ciertamente no tuvieron una vida fácil: de hecho, además de las persecuciones había una carga fiscal muy alta y muchos también emigraron a Babilonia. Había allí una comunidad que también desde el punto de vista de los estudios se había desarrollado mucho a lo largo de los años y se había creado un intenso intercambio de conocimientos con Israel con sabios y académicos que habían intensificado el intercambio de opiniones y debates sobre la aplicación más correcta. de los preceptos y del mensaje bíblico, siempre con la intención, entonces como ahora, de situarlo en una realidad en grandes cambios y de dar a la posteridad herramientas útiles para la continuación de una creencia consciente y razonada. Así se recopilaron los escritos de esos 1800 sabios que vivieron entre los dos países y formaron la Guemará.
El Talmud une la Guemará y la Mishná en un unicum fundamental. De hecho, la Mishná, que previamente había sido escrita por el rabino Yehuda Hannassi, vio por primera vez la escritura de la enseñanza de la Torá oral que hasta entonces había sido transmitida por los Tannaim, estudiosos del Tanakh (Pentateuco, Profetas y hagiógrafos), a los estudiantes de generación en generación. La Mishná es un verdadero código normativo y, junto con sus extensos y profundos comentarios recogidos en la Guemará, ha representado el punto de partida de debates y estudios en los que han participado teólogos, filósofos, juristas, exégetas y simples estudiosos que pretenden adentrarse en un mundo histórico y viaje bíblico con más referencias y alimento para el pensamiento.
El secreto del Talmud radica precisamente en ser un verdadero manifiesto de libertad de pensamiento en religión, un testimonio como comparación, estudio y libertad de debate que nos puede hacer enfrentar los desafíos de los siglos y generaciones cambiantes y que son nuestro futuro.
Dentro del Talmud algunas discusiones quedan abiertas en muchos casos, permitiendo al lector no solo encontrar una guía para ponerlo en práctica sino cuestionar el significado.
Frente a radicalizaciones y retrocesos que a menudo vemos en nombre del fanatismo y el extremismo, el Talmud mira hacia adelante y ha acogido la sucesión de excelentes eruditos con diferentes puntos de vista y diferentes formaciones escolares que, desde la época de las persecuciones hasta hoy, continuar y hacer que el Talmud cobre vida en una era de antisemitismo y perturbación social debido a las crisis económicas y sociales globales que están más allá de la resolución.
