comparte

Sapelli: "Europa ha entendido por fin que Alemania es el problema"

“Pues la Comisión de la UE, increíble pero cierto, se ha dado cuenta de todo esto. Un verdadero milagro”, comentó Sapelli en un editorial del Messaggero de hoy titulado “Por fin es oficial, el problema es Berlín” – La cuestión es que Alemania exporta demasiado en detrimento no sólo de su mercado interno, que no crece lo suficiente, sino también de los demás.

La observación de la Alemania por parte de la Comunidad Europea ha animado el debate sobre los desequilibrios europeos. De hecho, se trata de una decisión que indica un cambio de actitud de la Unión Europea, tanto más cuanto que se tomó mientras en Alemania, tras las elecciones federales, las dudas y temores de los ciudadanos alemanes sobre el euro no se han disipado. , desconfía de muchas decisiones tomadas en Bruselas o Frankfurt (entre ellas, la decisión del BCE de recortar tipos).

Por eso, la Comisión Europea recurrió a todo el tacto posible, precisando: "Creemos que si hubiera un desequilibrio estructural, a Alemania le interesaría corregirlo". Pero, es el mensaje, el problema de los desequilibrios para la estabilidad de la eurozona es inevitable y debe abordarse. No sólo cuando se trata de la falta de crecimiento italiano y del aumento de la pobreza, sino también cuando se centra en el superávit de un país en crecimiento. Porque todo el comercio internacional está en juego.

“Pues la Comisión de la UE, increíble pero cierto, se ha dado cuenta de todo esto. Un verdadero milagro”, comentó Sapelli en un editorial del Messaggero de hoy titulado “Por fin es oficial, el problema es Berlín”. Como ha recordado Sapelli, "las tensiones en la eurozona están alimentadas por importantes desequilibrios estructurales relacionados con el potencial de crecimiento de las economías y uno de los aspectos más destacados del tema lo representan los déficits de las cuentas exteriores".

En otras palabras, Alemania exporta demasiado en detrimento no sólo de su mercado interior, que no crece lo suficiente, sino también de los mercados exterior e interior de otros países europeos. “Si tuviéramos monedas nacionales, el problema sería la competencia de los productos alemanes en los mercados mundiales”, explica Sapelli en el editorial donde explica por qué la situación es más grave con una moneda única. En primer lugar, el país competidor no puede recuperar lo que pierde "ni con devaluaciones competitivas ni recurriendo al mercado interno".

Además, “el juego de las exportaciones es de suma cero, es decir, provoca desempleo en países deficitarios en términos de balanza comercial y afecta el crecimiento”. Decidir abrir una investigación para “establecer si el excesivo superávit comercial alemán, combinado con la baja demanda interna, tiene un impacto negativo en el desempeño de la economía europea, penalizando las exportaciones de otros países miembros”, es pues querer abrir los ojos. La salida de la Comisión de Sapelli la define como "sorprendente" y, en su opinión, es consecuencia del conflicto abierto entre EE.UU. y Alemania. En cualquier caso, esto no debe distraernos de mirar también los desequilibrios en nuestro propio país. Aunque en los últimos días han llegado otras noticias positivas para Italia (como la filtración de una posición de la Comisión a favor de la Ley de Estabilidad y la apertura de Merkel a políticas de apoyo al empleo juvenil). "Sin embargo, esta noticia positiva no debe malinterpretarse", advierte Marcello Messori en un editorial del Corriere della Sera de hoy, titulado "La lamentable ilusión de los números en orden".

Ya porque la Comisión ha reiterado que es necesario mantener la situación italiana bajo un cuidadoso control debido a la creciente exclusión social, los problemas de competitividad de las empresas, la carga fiscal excesiva, por nombrar solo algunos de los problemas. "Los últimos años - escribe Messori - han demostrado que es ilusorio buscar una salida a este aprieto simplemente reduciendo los flujos de gasto público". Los problemas sobre la mesa que recuerda Messori son bien conocidos: el crecimiento es imposible si los jóvenes tienen que emigrar porque se quedan al margen, si el núcleo de empresas capaces de ganar en la competencia internacional no es imitado por un número creciente de empresas y por lo tanto, no tiene impacto macroeconómico, por nombrar solo algunos. Messori concluye: “La agenda política, que allanaría el camino para el cambio, es fácil de definir aunque sea difícil de implementar. Pero el mantenimiento no es suficiente para liberar a Italia de un atasco que la condena a la decadencia a pesar de la brisa europea favorable pero contingente”. 

Revisión