Ahora que el Quirinale ha firmado el decreto para salvar a Roma de la quiebra, el alcalde Ignazio Marino tiene 90 días para presentar un plan de recuperación del presupuesto del municipio, que debe pasar por la reestructuración o venta de las empresas en pérdidas, mejor empleo de personal y la mejora de todos los servicios para aumentar los ingresos de las arcas municipales. ¿Qué decide hacer el alcalde en su lugar? Ataca a una de las pocas empresas controladas por el Ayuntamiento que lo está haciendo bien y que, de hecho, ha mejorado significativamente sus cuentas, a saber, Acea.
A Marino le gustaría reducir el consejo de administración a cinco miembros y cambiar de presidente y consejero delegado, con la idea de que eso le ahorraría doscientos o trescientos mil euros, una cifra insignificante para una empresa que capitaliza en bolsa más de dos mil millones. Otras razones no han sido expresadas y no parecen existir por el momento.
Innocenzo Cipolletta, economista, exgerente general de Confindustria y presidente de la Fs, juzga equivocada y contraproducente la medida de Marino, quien debería dedicar su atención a muchas otras empresas de la galaxia controlada por la Municipalidad de Roma, que registran atroces brechas presupuestarias.
“En primer lugar –dice Cipolletta– Marino no considera que Acea sea una sociedad cotizada donde hay muchos otros pequeños y grandes accionistas, y que por tanto no puede ser tratada como si fuera cualquier oficina del Municipio, de lo contrario existiría la riesgo de crear perturbaciones en el mercado con pérdida de valor de la empresa”.
Además, en los últimos 12 meses, la cotización bursátil de Acea se ha más que duplicado (+113%) y se han producido mejoras significativas en términos de eficiencia operativa y resultados económicos.
“Además –recuerda Cipolletta– el presidente ejecutivo Gallo tiene menos de un año en el cargo y, a diferencia del Presidente, fue elegido por su profesión y no por filiación política. Creo que el mejor camino para el Municipio es vender su participación (hoy equivalente al 51%) en todo o en parte, quedando así como usuario de la empresa de suministro de electricidad y agua, y así evitar la vieja y odiosa práctica de subdivisión política, y el potencial conflicto de interés objetivamente existente entre quien sea a la vez propietario y uno de los mayores clientes del servicio prestado. La venta de la participación accionaria, por otro lado, ayudaría a restablecer el presupuesto del municipio y también proporcionaría los medios para llevar a cabo aquellas inversiones y aquellas reformas que son esenciales para la revitalización de la ciudad”.
Cipolletta cita, por ejemplo, el caso de la valorización de la antigua Fiera di Roma en el Colombo, pero también es urgente pensar en la reestructuración de Atac y Ama, que tienen niveles de eficiencia simplemente escandalosos. Y los acuerdos sindicales para un modesto recorte de los salarios de los directivos, que son, además, en un número desproporcionado, ciertamente no son suficientes para hacernos creer que la recuperación ha comenzado.
En definitiva, parece que Mariño, ante la dramática necesidad de poner en marcha un plan de recuperación de las finanzas municipales que debería reducir los gastos en al menos 5 o 600 millones al año, intenta engañar a los ciudadanos, para evitar atajar los problemas más espinosos. Solo queda esperar que el Ministerio de Economía, que por ley deberá aprobar el plan de reequilibrio financiero de Roma, esté atento y no se conforme con meras medidas de fachada, que en realidad podrían resultar perjudiciales.
