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Reforma del Pa, hacha de Renzi sobre destacamentos sindicales y permisos

Con la importante reducción de las adscripciones pagadas y las licencias pagadas, Matteo Renzi continúa su trabajo de demolición de la casta, devolviendo un par de miles de sindicalistas al servicio activo en el sector público - Es un nuevo intento de erosionar el sistema consociacional que en el italiano administración Pública.

El texto del decreto de reforma de la Administración Pública debería llegar finalmente al Boletín Oficial en breve. Si bien habrá ajustes para algunas categorías frente a lo resuelto en el MDL, se debe confirmar la reducción a la mitad de los permisos sindicales, adscripciones y expectativas, si no a partir del XNUMX de agosto, al menos a partir del XNUMX de septiembre próximo.

Con la importante reducción de las adscripciones pagadas y los permisos retribuidos, Matteo Renzi prosigue su labor de derribo de castas: después de haber hecho volver al trabajo a los profesionales políticos de los consejos provinciales, y mañana del Senado, ahora prevé la vuelta al servicio activo en el sector público un par de miles de sindicalistas.

Matteo Renzi, con la esperanza de pasar rápidamente de las diapositivas a los hechos, no solo ha enterrado definitivamente la concertación, el método de viajar a la velocidad del convoy más lento mientras se espera que todos suban al tren, sino que ahora lo intenta romper ese sistema consociacional de la Administración Pública caracterizado durante décadas por la combinación de consorcios de partidos, privilegios de altos burócratas e ingresos de cargos sindicales: legado histórico y cultural del estado corporativo (absit iniuria verbis!).

Si la tarea institucional del sindicato es representar y defender los intereses de sus afiliados y trabajadores frente al empleador, en realidad el empleador del sector público es en última instancia todos los ciudadanos que pagan impuestos. Por lo tanto, me pregunto si es correcto que los impuestos pagados por los ciudadanos sirvan para pagar a unos miles de funcionarios desplazados del servicio efectivo y colocados en permisos sindicales permanentes retribuidos (incluidas varias asignaciones económicas y, en muchos casos, horas extraordinarias a tanto alzado), quizás no sólo para realizar una actividad sindical directamente relacionada con su sector de referencia.

¿La ineficiencia y baja productividad de la Administración Pública no es acaso atribuible, al menos en parte, también a un gremio orientado a proteger los llamados "derechos limitados" de los empleados públicos más que a mejorar los servicios a los ciudadanos? ¿No sería más correcto que los permisos de adscripción fueran pagados directamente por los sindicatos con las cotizaciones pagadas por sus afiliados? Además, existe una anomalía también en la recaudación de las cotizaciones sindicales en el sector público.

En 1995, la voluntad del pueblo, a través de un referéndum, declaró que ya no quería el cobro forzoso de la nómina de la cotización mensual a pagar a los sindicatos. Siguiendo la clara expresión del pueblo soberano, el legislador derogó la disposición del Estatuto de los Trabajadores que atribuía a los sindicatos el derecho específico de deducir del salario mensual las cuotas sindicales. 

Desde entonces, los contratos de trabajo nacionales del sector privado han regulado la materia, siendo las empresas las que toman las medidas para retener el aporte sindical de la nómina mensualmente, a través de una delegación de pago, y pagarlo al sindicato, pero sólo si la afiliación del propio sindicato se renueva anualmente. La disposición no se aplica en el sector público, dado que la afiliación sindical y las deducciones salariales son vitalicias, salvo cancelación por escrito.

Según los datos proporcionados por la ministra Marianna Madia, el ahorro esperado de la reducción a la mitad de las adscripciones y las vacaciones pagadas es de alrededor de 115 millones de euros. Dado que cada día hay 4000 empleados públicos con permiso sindical retribuido por un coste anual total de unos 230 millones de euros, se puede observar que el coste anual de los sindicalistas del sector público es de 57.500 euros: casi el doble que el de un metalúrgico.

Finalmente, a cambio de esta reducción del gasto, el Gobierno ha prometido a los sindicatos que no tocará los 430 millones de euros de los Patronati y los 170 millones de euros de los Cafs, que paga cada año el Estado. Que los gremios mantengan la calma: la reforma tributaria con el precompilado 730 y la hipótesis de transformar a Equitalia en una agencia de servicio al ciudadano contribuyente podrá sustraer al menos a gran parte de los usuarios de los Cafs, con consecuente mayor ahorro en el gasto público.

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