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Raffa, la serie documental sobre Carrà es una oportunidad perdida: he aquí por qué

En la serie documental de Daniele Luchetti, Raffaella emerge como una heroína trágica, pero el documental no logra capturar completamente su esencia.

Raffa, la serie documental sobre Carrà es una oportunidad perdida: he aquí por qué

Cuando leí eso me di cuenta de docu-series su Raffaella Carrà habría sido Daniel Luchetti, me imaginé a Raffaella, sentada con las piernas estiradas sobre su escritorio, recogiendo el omnipresente cigarrillo, y con un tono atrevido del que, sin embargo, se desprende una actitud defensiva, ordenando: "No me intelectualices, de lo contrario mearás". ¡Fuera!"

Sospecho que, en estos dos años, le han pasado muchas cosas, entre homenajes icónicos y beatificaciones de última hora, entre las que Raffa parece ser la más exitosa. No muy exitoso.

Raffa se presenta como un película biográfica ambiciosa que promete contar la historia de la carrera internacional a través de las luces y sombras de una artista ecléctica que está en constante lucha con las dos esencias que la componen: rafaella peloni, la mujer; Raffaella Carrà la artista.

La docu-serie sobre Raffaella Carrà: una oportunidad perdida

Raffaella, a quien le gustaba hablar muy poco de sí misma -es decir, de Pelloni, obsesionada como estaba por la defensa enérgica de su esfera privada-, sostuvo que esta duplicidad debía atribuirse a la signo de geminis. No es casualidad que en su casa de Roma tuviera una copia a tamaño natural de El Mercurio volador de Giambologna, y esto, si alguien se hubiera dado cuenta, habría sido un excelente punto de partida.

Si las promesas de Raffa se hubieran cumplido, nos habrían llevado al descubrimiento original y sin precedentes de Raffaella; en cambio, se queda una oportunidad perdida, un discreto intento esbozado a base de imágenes de archivo (con sabor techetechetè), sugerencias personales, recuerdos que no añaden nada más a lo ya conocido.

A Licia Turchi y Catalina Rita Hay que reconocer la buena intención de describir a Raffaella de una manera más explícita, pero se tiene la sensación de que tuvieron que contenerse. Pecado. Lo mismo ocurre con Bárbara Boncompagni quien, siendo también la autora de la serie, quizás se encontró en una especie de conflicto de intereses.

¿Qué le falta a Raffa? La valentia. 

Luchetti intenta "intelectualizar" a Raffaella, como para encontrar un hilo conductor en su trayectoria autoral como cineasta: abre y cierra puertas que, si se cruzaran con temeridad y determinación (la determinación granítica que fue el verdadero punto fuerte de Raffaella) habrían Probablemente ayudó a comprender, si no del todo, buena parte de la insondable dicotomía Pelloni/Carrà que sigue siéndolo. 

Este biopic sobrevuela el panorama de Carrà, y no lo fotografía.

Detrás del escenario, un retrato incompleto

Falta su aspecto humano, el vinculado a la caridad; se ignoran sus miedos, sus supersticiones, sus contradicciones; los aspectos constructivos así como los aspectos autodestructivos; dejó a un lado su Fe y puso a sus fans en el olvido.

Raffaella, aunque tenía una relación ambivalente con sus admiradores, era consciente de que sin ellos no habría existido Carrà. Además, es reduccionista dar la impresión de que sus fans pertenecen únicamente a la comunidad LGBT. 

Lo que resulta desconcertante es que los últimos veinte años de su vida artística y privada no existen. Raffa cierra precipitadamente y banalmente entre aplausos Carràmba que sorpresa.

Por tanto, no basta con repetir como un mantra que el abandono del padre ha determinado en Raffaella el trauma del rechazo, el miedo a ser su compañera de vida, la necesidad patológica de control. Sin embargo, ni siquiera se menciona que Raffaella, cuando era niña, fue internada en un internado regentado por monjas españolas donde enfermó.

Otra puerta que está abierta pero no cruzada es la relación con la madre.

Luchetti y sus guionistas no van más allá, se apoyan en insertos didácticos de ficción. La señora Angela Iris, que parece sacada de "Juguetes y perfumes", era efectivamente una general prusiana, pero como muchas madres solteras que luchan por la educación de sus hijas poco convencionales. No es ningún misterio que la relación madre e hija es la más complejo del mundo, pero por qué el "frío" padre siciliano-románico aparentemente gobernaba, en tiempos desprevenidos: "Mi hija morirá sola", sigue siendo un misterio que merece una reflexión.

Raffaella: una heroína trágica en las sombras

¿Dónde terminó todo este psicodrama familiar? abuela andreina? El único mentor verdadero de Raffaella (el segundo será el brillante Boncompagni). Ella, la verdadera Azdora que jugó un papel fundamental en la vida de "Lella".

“No me intelectualices, querido Luchetti”, repite, mientras tanto, Raffaella en mi mente. Y tiene razón. Raffa rezuma demasiado patetismo, hasta el punto de que su retrato, incluso entre el brillo, los éxitos estratosféricos y los aplausos, se embota, incluso deja un sensación de amargura

El paseo de Sergio Japino por el paseo marítimo de Porto Santo Stefano está bastante descolorido, lo que hace pensar en un oficial napoleónico ahora decaído desde que Napoleón está muerto, y sus gloriosas campañas están muertas, de las que sólo queda un vestido blanco ondeando al viento. Entonces, es mejor tomar un café para ahogarse en los tiempos gloriosos que alguna vez fueron.

"Pero chicos, ¡qué fastidio!" Raffaella suelta en mi mente en medio del humo de su cigarrillo.

Creo que lo que se perdió es que Raffaella es una. heroína trágica: sube las cimas más altas, vence los desafíos más atrevidos, despierta admiración, desata furiosas disputas, el mundo la ama, la idolatra hasta el fetichismo. Parece tenerlo todo. La trágica ironía de la heroína es que mientras ella muere, el mundo sigue haciendo ruido, ignorando su sufrimiento. 

Y me pregunto: “¿Por qué?”

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