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Protestas Francia: la muerte de Nahel M. sacude el país y genera dudas sobre las fuerzas del orden. Macron condena

Una tragedia evitable que requiere claridad y reformas en las reglas de intervención de la policía: el presidente Macron también ha condenado el trabajo de la policía

Protestas Francia: la muerte de Nahel M. sacude el país y genera dudas sobre las fuerzas del orden. Macron condena

Mientras el eco de las huelgas y protestas por pensiones en Francia apenas se desvanece, el país vuelve a estar conmocionado por la muerte de un joven en los suburbios, hecho que incluso recibió la condena del presidente Macron. Tras meses de grandes tensiones sociales, parecía que la situación se calmaba, pero el incidente ha reavivado el debate.

Nahel M., un joven de 17 años, fue asesinado el 27 de junio a quemarropa por un policía motorizado por negarse a obedecer órdenes en el distrito de la prefectura de Nanterre (Hauts-de-Seine). El hecho despertó una enorme emoción e ira. Gracias a la grabación del video, el policía fue acusado de “homicidio voluntario“. A diferencia de casos anteriores similares en los que la falta de registro impidió rebatir de manera contundente la versión policial, esta vez los hechos no dejan lugar a dudas. 

Tres años después del incidente, el caso recuerda a George Floyd 

Sin tener en cuenta el contexto racial específico de los Estados Unidos, los hechos se asemejan al caso de george floyd, un afroamericano asesinado por un oficial de policía blanco en Minneapolis en mayo de 2020, que inició el movimiento Black Lives Matter. Un acto cometido por un representante de los organismos encargados de hacer cumplir la ley, filmado y transmitido casi en vivo, que tenía como objetivo a un representante emblemático de una categoría socialmente discriminada: un joven de un barrio popular.

Este es un escenario sin precedentes, al menos en Francia, de un claro error de la policía. De hecho, el incidente ha recibido múltiples condenas, por parte de las fuerzas del orden e incluso a nivel gubernamental. Emmanuel Macron declaró que “nada, absolutamente nada justifica la muerte de un joven”, y Elisabeth Borne afirmó que la intervención en Nanterre “manifiestamente no respeta las reglas de enfrentamiento de nuestras fuerzas del orden”.

Esta reacción emocional hace que las reacciones de quienes desde la derecha hasta la extrema derecha cuestionan a la víctima, a su familia o, en el caso de Marine Le Pen, defiende la "presunción de legítima defensa para el cuerpo policial". 

¿Una tragedia previsible? 

Lo que hace aún más intolerables los acontecimientos de Nanterre es que se trata de una tragedia casi anunciada. Es clara la conexión entre el Ley de Seguridad Pública de febrero de 2017 (que se refiere, entre otras cosas, al uso de armas de fuego por parte de los organismos encargados de hacer cumplir la ley) y el aumento significativo desde entonces en el número de tiroteos policiales "en vehículos en movimiento", así como el número de muertes. La correlación entre los dos ha sido cuestionada varias veces, sin ninguna acción efectiva por parte del gobierno. Muchos piden que la muerte de Nahel M. conduzca a una clarificación de esta ley que ha sido pospuesta por demasiado tiempo. 

La tragedia de Nanterre no se debe a ninguna víctima mortal y desacredita la autoridad del Estado y por ello exige que haya una investigación que conduzca a conclusiones judiciales indiscutibles, así como una profunda reforma las condiciones de uso de armas por parte de la policía.

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