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POLETTI Y MERKEL, dos visiones opuestas sobre el estudio y el trabajo: ¿graduarse rápido o graduarse bien?

La visión de la ministra Poletti (“Chicos, tener 110 con 28 años no vale un comino: es mejor tener 97 con 21 años”) revela una visión de la sociedad, la escuela y la economía totalmente opuesta a la de La canciller Merkel, que acude a las escuelas alemanas instando a los estudiantes a 'centrarse en la excelencia': ¿quién tiene razón?

POLETTI Y MERKEL, dos visiones opuestas sobre el estudio y el trabajo: ¿graduarse rápido o graduarse bien?

“Los muchachos que obtienen 110 a la edad de 28 no valen un centavo. Mejor tomar 97 a las 21” este es el mensaje que el Ministro de Trabajo Luciano Poletti quiso dejar –ayer en Verona– a los estudiantes de secundaria. Por otro lado, el mensaje que la canciller Angela Merkel deja regularmente a los estudiantes alemanes cuando visita escuelas en Alemania -y no es raro- es de un tipo completamente diferente: "Queridos estudiantes, apunten a la excelencia en sus estudios".

Cabe preguntarse qué explica la diferencia entre un mensaje que sugiere conformarse con la "mediocridad" -aunque "rápido" de conseguir-, y otro que apunta a la "puntuación máxima". Tal vez no sea solo que la ministra Poletti simplemente se graduó de la escuela secundaria mientras que la canciller Merkel se graduó con honores y luego obtuvo un doctorado en física cuántica. Detrás de estas afirmaciones, probablemente hay dos visiones ligeramente diferentes de la sociedad, del modelo de desarrollo de la economía y, en particular, del sistema educativo que son diametralmente opuestas. Pero, sobre todo, de realidades profundamente distintas del mundo del trabajo.

Las estadísticas publicadas estos días por la OCDE (La educación de un vistazo 2015) muestran que Italia es el país donde los graduados tienen menos posibilidades de encontrar trabajo (sólo detrás de nosotros está Grecia). Solo el 62 % de los graduados en 2014 encontró trabajo, en comparación con el promedio de la OCDE del 83 %. Pero eso no es todo. El otro dato que nos debe hacer reflexionar es que Italia, junto con la República Checa, es el único país entre los desarrollados que "presume" de una tasa de empleo de los graduados en el grupo de edad de 25 a 34 años inferior a la de los graduados de secundaria de el mismo grupo de edad (62 y 63 por ciento respectivamente contra el promedio de la OCDE de 82 y 75 por ciento).

Entre las razones que pueden explicar estas tendencias podría estar el factor "tiempo". En efecto, el ministro Poletti no se equivoca cuando afirma que “cuanto antes se ingrese al mercado laboral, mejor”. Lo que se escapa, sin embargo, es cómo se puede pensar que la solución para reducir la tasa de desempleo de los graduados en Italia es aconsejarles que se gradúen con calificaciones mediocres.

Para entrar “antes” en el mercado laboral bastaría con introducir una serie de cambios ya presentes en la gran mayoría de países europeos. En primer lugar, reduciendo los años del ciclo de bachillerato a cuatro. Italia es uno de los pocos países que quedan en Europa donde sus estudiantes se gradúan a la edad de diecinueve años. En segundo lugar, facilitando (tanto desde el punto de vista normativo como económico) el acceso a prácticas profesionales durante las vacaciones de verano, como ocurre en el extranjero donde ya se empieza a partir de los quince años. Se trata de experiencias laborales que, aunque breves, pueden resultar valiosas para orientar la elección del camino universitario, evitando así tomar el camino equivocado que implica una pérdida de tiempo. En tercer lugar, potenciando la alternancia escuela-trabajo, para facilitar la entrada en el mundo laboral y limitar el número de los que se matriculan en la universidad sin una motivación real sino sólo porque no encuentran trabajo. Desde este punto de vista, el Gobierno ha avanzado, pero los cien millones asignados por ahora están lejos de los dos mil millones que se gasta anualmente en el sistema dual por parte del Gobierno alemán. 

Además del factor tiempo, otra razón que explica la baja tasa de empleo de los graduados italianos es la mala calidad de la enseñanza universitaria. Los resultados de varias pruebas sobre la capacidad de los adultos graduados para resolver un problema o sintetizar información sitúan a Italia, junto con España e Irlanda, al final del ranking de países de la OCDE. En estas condiciones, sacar notas mediocres -solo para hacerlo rápido-, como sugiere el Ministro, no ayudaría a encontrar trabajo. De hecho, correría el riesgo de reducir aún más las posibilidades de un joven graduado.

Quizás el ministro Poletti no debería sacar demasiadas conclusiones generales de su experiencia personal, que representa más un "caso afortunado" que un "modelo" para sugerir a millones de jóvenes en busca de trabajo. 

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