La llamamos "patrimonial” o “mini patrimonial” y en los últimos once meses lo hemos olvidado. Pronto, sin embargo, tendremos que pagar por ello. Nacido con el primer decreto del gobierno de Monti, el ahora famoso salva-Italia, el nuevo impuesto afecta a casi todos los productos financieros: fondos de inversión, seguros de vida, bonos del Estado, bonos varios. Únicamente se excluyen los fondos de asistencia sanitaria, los fondos de pensiones y los bonos postales de ahorro con un valor de reembolso inferior a 5 miles de euros.
Para este año la tasa es uno por mil, calculado en proporción a la inversión y, en lo posible, sobre el valor de mercado, en lugar del valor nominal o de reembolso. El escalón subirá al 1,5 por mil en 2013.
También está vinculado a los activos. una pequeña broma para los inversores menos ricos. La tarifa proporciona un umbral mínimo de retirada fijado en 34,2 euros (misma cifra que el impuesto de Actos Jurídicos Documentados en las cuentas corrientes). Esto significa que, con una tasa del uno por mil, solo los italianos que hayan invertido más de 34 euros pagarán más del mínimo. Quien, por ejemplo, haya invertido tres millones de euros, tendrá que desembolsar 3 mil euros.
Por otro lado, hasta el límite mínimo, el gravamen no distingue entre activos insignificantes y sustanciales: los inversores muy pequeños (que pueden haber arriesgado unos pocos cientos de euros) se encontrarán pagando la misma cantidad que aquellos que tenían una gran suma a su disposición. En definitiva, por debajo del umbral de los 34 euros invertidos, todos somos iguales.
