Ni siquiera al otro lado del mundo pueden estar tranquilos ante el poder desmesurado de las agencias de calificación. El último país en recibir un recorte en la valoración de su deuda soberana es Nueva Zelanda, que cierra así un periodo de estabilidad que duró 13 años.
Desde Estados Unidos llegó al Pacífico un verdadero uno-dos del boxeo: primero Fitch, después de unas horas Standard & Poor's. Resultado: rebaja de AA+ a AA, en ambos casos con perspectiva estable.
La primera agencia señaló con el dedo el creciente endeudamiento externo, lo que podría retrasar la política de alza de tasas de su Banco Central. El segundo, en cambio, culpó al crecimiento del gasto público, especialmente tras el terremoto de este año.